viernes, 29 de junio de 2018

Triste


Regreso al trabajo, de lo que queda del año tendré cero descansos. Ahora solo me queda esperar poder sobrevivir a todos los cambios que ocurrirán en el año.

lunes, 25 de junio de 2018

Bleach

Todos nosotros
estamos muertos desde que nacemos.
El final siempre
está ahí antes de que comience.

Se vivir
significa seguir aprendiendo,
entonces la muerte es lo único que aprendemos.
En otras palabras, la muerte
es cuando por fin descubrimos
y entendemos por completo el final.

No se nos debería permitir aprender.
Aquellos que no pueden trascender a la muerte
no deben saber nada.

Qué parió



viernes, 22 de junio de 2018

Actualización


En unos días mi situación cambiará por completo. Mi vida no volverá a ser la misma.

lunes, 18 de junio de 2018

Qué parió



Tú y yo, un siempre no

No. Es lo que debí haber dicho en el instante que abriste la boca y dijiste no sé que cosa que ahora no puedo olvidar.

No. Es lo que me grito en la mente cada vez que recuerdo tu boca.
No. Es lo que siempre vamos a ser; un rotundo y roto no, un golpe contra la pared, una ventana cerrada, mi mirada apagada, la luz de un motel clausurado, el corcho del vino que olvidamos en la entrada, esa resaca que deprime, el dolor que no se apaga, un recuerdo olvidado. Nada.
No. Es lo que no me da la gana.

viernes, 15 de junio de 2018

Actualización


Inicio un periodo de vacaciones en medio de mucho trabajo y un caos de movilidad en la ciudad por algo de lluvia. En verdad, me quieren llevar al límite, ahora lo que más deseo es no tocar nada y no ver a nadie, aislamiento total.

lunes, 11 de junio de 2018

Una vida ordinaria

Me mantengo en silencio. Sereno. Recuerdo sus palabras, todas, e inhalo con esta cosa atravesada que no sé que es pero me sobrepasa: “Yo solo quería una vida ordinaria contigo”, decía. Lo decía tan resuelta y consciente, tan lista para entrar en la fila de gente común, gente corriente. Gente que planea sus días libres, que espera en los bancos, que usa el metrobús. Gente viviendo dentro de las restricciones normales de la sociedad. Gente que aplaude, brinda y se emborracha en las bodas. Gente que me producía tremendo pesar.
Ella quería algo bonito y normal: ir al cine los fines de semana; tomar una que otra copa de vino en casa, o mezcal, o cerveza; comer pastel de chocolate mientras nos sentábamos al filo de la luna; inventar alguna cura para el mal de amores; aprender a embarrar la masa de los tamales en las hojas de la mazorca; un huerto de todos colores, un perro –siempre quiso un perro–, dos hijas; pellizcar la piel de los ríos; usar el amor para llegar a cualquier parte. Una existencia ordinaria.
Y yo quería, dígase, lo opuesto, ni siquiera pendejadas extravagantes: quería armar grandes fiestas y liarnos con la muchacha más buena para terminar los tres encerrados en un cuarto mientras una se reventaba dos que tres rayas del culo desnudo de la otra; meternos al mar de noche; aprender a aullar. Destruirnos despacito para decir que, al final de todo, comprendimos lo que era el tiempo y nunca tuvimos prisa.
Sigo en silencio. Sereno. Pensando en la simplona divinidad de lo que sería hacernos viejos y caminar de la mano por la playa, de comprar flores y ponerlas al centro de la mesa, de rentar una casa de campo y tirarnos toda la tarde a ver el paseo de las vacas. Qué bonito sería, así nomás, vivir una vida ordinaria.

viernes, 1 de junio de 2018

Sin rumbo


Aún no sé a dónde quiero llevar mi vida, no sé que rumbo quiero tener y las decisiones que estoy tomando no sé si son las correctas.