Leer buenos libros me hizo saber que escribo muy mal, ver películas pornográficas me enseñó que soy pésimo en la cama, devorar revistas de moda y belleza me ayudó a darme cuenta de que las proporciones de mi nariz son estéticamente abominables, y conversar con personas inteligentes me hizo ser consciente de mi imbecilidad.
Gracias a todos ellos por ayudarme a formar un concepto cruel y pobre de mí mismo, ya que de otro modo no sentiría la necesidad de compensar tales carencias.