Mi madre una vez me cachó echando el toqueteo con un novio en la cocina, yo juraba que ya estaba dormida cuando esuché un ‘¿EEEEElsy? ¿Qué haces?’ y yo tranquilamente, tratando de contener el jadeo y con los ovarios en la garganta, contesté ‘¡Nada ma!’ a lo que ella contestó (y que se ha vuelto gran anécdota con mis amigos) ‘¡Si hasta acá te oigo!’ ja. Ya más mayorcita, me fui con tres amigas a trabajar en verano a Cabo San Lucas y allá me hice de un noviecito. Vivíamos en un edificio al que apodamos el ‘Melrose Place’ con unos mini depas donde vivíamos dos y dos, a mí me tocó con mi amiga Metz. Y allá nos hicimos amigas de otra llamada Mariana que no compartía depa con nadie. Yo, aprovechando que la mismísima Mariana (a la cual no he vuelto a ver desde hace como ocho años), se fue no sé a dónde pero dejó su depa abierto (no tenían puerta, era sólo un cancel y era muy común que no le pusiéramos seguro), pues aproveché para aventarme unos quien-vive y justo cuando la cosa comenzaba a agarrar sabor, entró ella muy contenta a su depa, prendió la luz y nos encontró en su sofá semi vestidos (que no es lo mismo que semi desnudos) y no le quedó otra que reírse pero recuerdo que los tres nos quedamos petrificados como un minuto hasta que estallaron las carcajadas.
Elsy