No me lo esperaba: HOLA DANI, CUANTO TIEMPO!!! T APTC UN CAFE? decía el mensaje.
Aquel mensaje enviado a mi movil era de Low, una ex a la que no veía desde hacía más de 3 años. Low y yo mantuvimos una de esas relaciones fugaces pero intensas, apenas un par de meses durmiendo a diario en su cama o en la mía, compartiendo sueños y legañas. Rompimos en mil pedazos por un simple error de forma. Yo era fiel a aquella cita de Gabo García Márquez (“Todos deberíamos tener tres vidas: La pública, la privada y la secreta”), pero ella no supo o no pudo entender la diferencia entre “privada” y “secreta”, y ahí acabó todo. Con dolor. Mucho.
Poco, muy poco tiempo después de aquello supe con punzadas en el hígado que me había reemplazado por otro (puto Facebook), y hasta hoy.
Lo primero que pensé al recibir aquel mensaje fue que había roto con el maromo ese. Me metí en su Facebook y comprobé que, efectivamente, ya no estaban esas carpetas de Viajes y Aniversarios donde aparecían juntos (las había borrado), y su estado volvía a ser el de “soltera” en busca de “amistad”.
Entonces guardé mi corazón podrido de orgullo en la guantera del taxi y respondí:
A LAS 8 EN EL BAR DE TODAS AQUELLAS TARDES
Me contestó al instante:
ALLI ESTARE
Cuando llegó la hora aparqué mi taxi frente al bar. Allí estaba ella, al otro lado del cristal, tomando una cerveza y fumando (¿no lo había dejado?). Tan guapa como siempre. Desde mi taxi, clavado en su imagen, comencé a recordar nuestras noches de sexo tibio y genial, de cuerpos como mapas sin brújula y de bostezos felices cada mañana siguiente (en realidad se llamaba Lourdes, pero yo la llamaba Low por sus “bajas” pasiones). Y pensando en esto, de súbito, me entró el pánico. Podría volver a pasar lo mismo, pensé. ¿Cómo sería el sexo tres años después de aquello?
Arranqué el taxi y me marché. Penetrarla habría sido como insertar una tarjeta de memoria en su correspondiente ranura.
Lo siento, Low, pero no puedo. Demasiados recuerdos. Low siento.