Finges estar bien. Los días comienzan a pasar tan lento que te desesperas. Algún día aprenderás que no se puede retener a alguien si en sus planes no hay espacio para ti. Algún día vas a verla y no te dolerá como ahora, no causará el mismo efecto, no va a alborotarte la tranquilidad. Pero hoy no es ese día. Ni mañana.
Resignarse a una persona es el acto de valentía más grande que se puede hacer por amor. Por amor propio. Y entonces comienzas a odiarte con todas tus fuerzas.