No. Es lo que debí haber dicho en el instante que abriste la boca y dijiste no sé que cosa que ahora no puedo olvidar.
No. Es lo que me grito en la mente cada vez que recuerdo tu boca.
No. Es lo que siempre vamos a ser; un rotundo y roto no, un golpe contra la pared, una ventana cerrada, mi mirada apagada, la luz de un motel clausurado, el corcho del vino que olvidamos en la entrada, esa resaca que deprime, el dolor que no se apaga, un recuerdo olvidado. Nada.
No. Es lo que no me da la gana.