Resulta que en mi trabajo, es decir en la Secretaría de Educación Pública, atacaron por sorpresa y empezaron a despedir al personal, a pesar de que ganaron su lugar de forma legal y que han mostrado con los años un compromiso y calidad en el trabajo, pero eso no importó ante el discurso de austeridad.
De los despidos no tengo mucho que decir, se realizó rápido y de una manera en que la gente no tuvo tiempo de razonar y reorganizarse. También se hizo de manera ilegal porque al final te obligaban a renunciar cuando lo correcto era que te estaban despidiendo.
Las razones o la justificación de los despidos son lo de menos y van acompañadas de un desencanto que sobrepasa la política de austeridad de López Obrador, del cual ahora no me quedan más que pensamientos vomitivos.
Mi frustración se termina canalizando en el ser humano y en sus estúpidas creencias, es decir el karma, dios, la virgencita, los horóscopos o cualquier estupidez que la masa llega a creer. Para mi todas esas cosas son viles patrañas y la razón es muy simple, hoy vi como el mal ganó y por goleada. Venció el amiguismo, los corruptos, los tramposos, los que dan mordida, los que realizan el mínimo esfuerzo. Veré a mi jefa y sabré que por muy corrupta que sea nunca le pasará nada, ya que sus palancas o lazos de poder son tan fuertes como para reírse de esos dioses que la masa cree que existen.
Y esa es la lección que me llevo a la cama hoy, los buenos nunca ganan, sus dioses no existen, la ley del más fuerte seguirá siendo la regla general.
Y si bien esto lo sabía desde hace muchos años a veces cuando hablo con ustedes, les llego a creer un poco, pero ya no.
P.D. Espero que duerman bien Raquel Bernabe y Aurora Saavedra, corruptas de mierda.