Termina un ensayo de danza flamenca y, junto con dos amigas, me dirijo al sanitario de damas para cambiarme de ropa. Entramos a baños contiguos, y se inicia el siguiente diálogo:
Yo: ¡No manches!, estoy súper húmeda.
Amiga 1: Jaja. Yo estaba así la semana pasada
Amiga 2: Yo estoy así ahorita
Yo: Qué incómodo
Amiga 1: Sí, cada vez que caminas parece que te vas a resbalar. A veces hasta mojo los pantalones.
Amiga 2: Mmmta, es como estar salivando todo el día. Como un nopal. De hecho, traigo mis chones de repuesto. (Me los enseña por debajo de la separación de los baños: son de rayas, rosas y azules.)
Yo: Jajaja. Yo también, pero los dejé en el coche. Allá me los cambio.
Salimos del baño y nos colocamos en los lavabos, frente al espejo, para peinarnos.
Sale del baño una cuarta persona: la maestra de flamenco.
Maestra: Yo también estoy en esas muchachas. Pero al menos ustedes tienen a alguien que aproveche tanta humedad allá abajo (aaawww).
¿Ya ven? Las conversaciones en los baños de mujeres son increíbles.
Lulu.