lunes, 31 de diciembre de 2007
Polis
Hoy me di cuenta de que uno de los guardias de la escuela me stalkea.
Siempre llego a las siete de la mañana, en auto, con mi hermanito en el asiento del copiloto. Muestro un tarjetón y el guardia levanta la pluma. No lo vuelvo a ver sino hasta el día siguiente.
Hoy se me ocurrió entrar por otra puerta, y salí a la tiendita de conveniencia (que tiene un siete y un once) por un café. Regresé a la escuela a pie, por la puerta donde mi guardia hace su guardia.
Haciendo su trabajo, me pidió mi credencial. Se la mostré. Me preguntó: ¿y ahora por qué no llegaste temprano? ¿y por qué no trajiste tu unidad? (nótese que "unidad" está sustituyendo a "automóvil" en su léxico guardián).
No recuerdo qué le contesté; seguro sonreí como niña buena y dije "no, hoy no", pero aproveché la situación para preguntarle si de casualidad no habían reportado mi extraviada tarjeta de débito. Usó su radio para preguntarle a sus colegas guardianes, en su código guardián alfanumérico. Yo no entendía nada, pero una de las respuestas que obtuvo fue: "cuarenta y nueve, camarada. Dile a la señorita que haga un sesenta y nueve."
Ay güey! Seguro pelé los ojos o algo, porque mi interlocutor se apresuró a aclararme que debía hacer un reporte a terceros. Eso era un sesenta y nueve.
Miss Dengler.