lunes, 7 de enero de 2008
Si eres tu
Hace mucho tiempo un amigo tenía un "bló". Lo llenaba de comentarios misóginos, machistas y crónicas de sus pantagruélicas pedas. Era el hit. Francamente yo lo leía asiduamente, porque vamos, es divertido leer lo que supongo, muchos hombres piensan, pero por educación, falta de iniciativa o simples deseos de llevar la fiesta medianamente en paz con el otro género, se callan. Y es que no es malo odiar a las mujeres de vez en cuando, muchas veces lo merecemos.
Una de sus frecuentes quejas, era el que como féminas, recurriésemos al "es que no eres tú, soy yo" (que en su versión masculina es un poco más sofisticado: "eres demasiada mujer para mí"). No obstante, en ambos casos significa exactamente lo mismo: "sí, eres tú".
No me culpen a mí, yo no diseñé el modelito Humanidad 2.0, o el número que sea de versión en que nos ubicamos. Lo que sí sé de cierto, es que llegado un momento determinado con tu pareja, te das cuenta de que huele a camión pollero (una mezcla de aromatizante barato con mugre), o está ligeramente bizco, o su plática es tan soporífera como cualquier programa de variedades que se transmita a la hora de la comida. Ni siquiera tienes el consuelo de que sea como el Discovery Channel, porque ahí podrías hacerte una paja mental y convencerte de que quizá sea más aburrido que el pequeño Larousse Ilustrado de 1905, y no obstante, te puedes regordear en el hecho de que tiene alguna cultura.
O bien, esperaste lo suficiente por ese beso, para hacerlo totalmente y deseable y lamer un jamón crudo te hubiese dado más satisfacciones. Lo cierto es que algunas veces, tu pareja, prospecto, free, o lo que sea, deja de hacerte feliz. Y entonces tienes que terminar la relación.
Los hombres (y honestamente, yo también) son especialistas en hacer mutis. Y de un día para otro desaparecen del planeta, cambian de celular, de blog, de vida y hasta de ciudad. Parece que lo hubiesen abducido los marcianos o perecido en algún atentado terrorista. No obstante, no falta el peregrino que llega después de una o dos semanas de cuidadoso silencio a la puerta de tu casa y te demanda una explicación. Sic. Yo prefiero esta técnica y también prefiero que me la apliquen. Uno se evita engorrosas conversaciones y explicaciones que nunca jamás harán sentir bien a nadie.
Como lo puntualizó R inversa en mensaje el día de hoy "having the love of your life break up with you and telling 'but we can still be friends' is like your dog dying and your mom saying you can still keep it" (traducción para alemanes que sólo hablan español: que el amor de tu vida termine contigo y te pida seguir siendo amigos, es como si se muriera tu perro y tu mamá te dijera que lo puedes conservar).
Y sí, es terrible. Recuerdo el día en que CBF1MN1996 terminó conmigo. Batalló bastante para explicarme que no era mi culpa, que yo era muy (insertar cualidades que no poseo) y por lo tanto él no podía estar conmigo. WTF? Luego a mí me tocó hacer lo mismo e igualmente sufrí lo indecible para explicar lo inexplicable. En mi experiencia o quieres o no quieres. No hay más explicaciones. Es totalmente cierto que el amor no es suficiente para mantener una relación, pero mantenerla sin amor es imposible.
¿Cómo le dices al otro? ¿Con qué cara dura le puntalizas que se terminó? A mí me gustaría francamente que hubiese una especie de acuerdo tácito, algo como un contrato: "¿quieres ser mi novia? podemos revisar el statement en tres meses" yo diría que sí encantada. Y a los tres meses te vuelves a preguntar. Y si la respuesta es no, tener la prerrogativa de guardarte tus conclusiones y hechos. Sin ruegos falsos (para después mandarte al diablo y que sea el otro quien te corte), sin apasionamientos, sin lágrimas. Sin promesas falsas de amistades que no tienen sentido.
Todos seríamos más felices y los divorcios bien llevados, dejarían de ser "amigables" para convertirse en simples divorcios. Eso creo.
Dre.