viernes, 7 de agosto de 2009

Viejo estoy

Un día te despiertas crudo y te das cuenta que la noche anterior no estuvo tan bien como solía estarlo; la mayor parte del tiempo te la pasaste en un rincón con un whisky y platicando, las tipas que rondaron por ahí ya no te llaman tanto la atención, sobre todo porque tienes chica, crees que la música está muy fuerte y el precio del alcohol se te hace excesivamente caro (¡¿80 pesos una chela?!). Chale. A partir de aquí tienes de tres sopas: una, no aceptar que eres un treintañero y comprar ropa de ‘chavo’, cortar con tu chica y hacerte amigo de esos postadolescentes que aún se divierten entrándole a una pelea y embarrándose en su auto; dos, buscar en el armario un suéter viejo y unos pants de esos que hacen ruido cuando caminas, comprar una chanclas con el logo de tu equipo de fut y salir vestido así por una película de ‘culto’ al Blockbuster; o tres, crear un club gurmé con los mismos cuates con los que solías ir al antro.