Pero al tratarse de ti, la memoria se ha vuelto extraña. Recuerdo perfecto tu sonrisa, tus cejas, tus ojos y tu nariz; tus brazos, tus piernas y tu vagina, y la manera en como bailabas, y tus pies. Recuerdo tu pelo muy delgado, tus rodillas, tu cuello, tu rostro maravillos, el lunar en un muslo, el tatuaje, la cicatriz en estómago, el rictus en la boca, el gemido en la cama, los dedos en mi pelo y tu sudor sobre mí.
Lo que se me borró fueron las letras, los sonidos, la forma de llamarte. El mantra que te daba sentido se fue como el carbón. Allí quedó sólo un espacio en blanco y tu nombre lo he olvidado.