Odio a los güeyes, o güeyas, que entran a las playlists compartidas de la oficina, para acto seguido bloquearlas con un password. ¿Que no era más fácil no activar el Shared Playlist desde el principio? Ah, ya entiendo, los demás tenemos que ver que existen unas listas a las que sólo puedes acceder si eres miembro del selecto círculo de amiguitos gay del titular (o amiguitas freesaaaas, you know).