Puta pinche cola, es tan difícil estar vivo. Apenas ayer estaba
preocupadísimo porque Camus había convertido en un muro de hielo al cisne y
ahora tengo que memorizar las estaciones del metro y soportar la sonrisa de la
gente en la calle y llevar la cuenta de lo que me gasté anoche y saber de qué
color eran los ojos de mi abuelo al que sólo conocí en una pintura y tengo que
ganarme la vida y sudar y opinar acerca de todo lo que cruza por mi mirada y
cagar y no engordar tanto y evitar los espejos porque me quedo calvo o porque
esta camisa denota mi lonja o sufrir porque el que te amó antes que yo era
mejor que yo en todos los rubros en los que se puede ser mejor y tengo que
aprender a llorar en el baño y aprender a seducir y a demostrar que incluso
desnudo no soy ya un niño. Si se apareciera un dios o un demonio le pediría un
deseo y sólo un deseo: volver a tener doce años y que Hyoga baile antes del polvo
de diamantes.