Me encargo de tener diario la nevera lista con hielos y guardo
botellas de whiskey en todos los rincones de mi casa. Tengo siempre a la mano
de una a dos onzas de mariguana por semana y ocasionalmente disfruto de
consumir un LSD para estimular todavía más esta mente que ya de por sí vive a
mil revoluciones por minuto. Como siempre lo que tengo a la mano, pero en su
mayoría son alimentos congelados que pueden quedar deliciosos con uno o dos minutos
en el microondas. Conservo mis recuerdos en letras más que en imágenes y soy
capaz de mentir con la misma facilidad que cualquier psicópata. Amo a las
mujeres y el mal sabor de boca que dejan todo el tiempo. Bebo para tolerar al
mundo, ya que si no lo hiciera, seguramente sería asesino.
Pocos entienden a qué me dedico mientras que la gran mayoría se
dedica a burlarse de mi profesión, a pensar que no hago nada bueno con mi vida.
No me importa, ellos jamás sabrán lo que significa vivir con una mente como la
mía. Los compadezco un poco; no debe ser fácil vivir siendo un mundano rodeado
de comodidades que no necesitas.
Vivo rodeado por demonios que todo el tiempo están incitándome al
pensamiento malvado y tortuoso, cosa que ya más de una vez me ha enviado a
consulta con varios psiquiatras. Ninguno ha podido ayudarme. Nadie puede
ayudarme. Justo ahora mis mejores amigos son una botella de whiskey, una página
en blanco y el libro que sea que leo justo en el momento en que siento que voy
a estallar. No necesito más apoyo que eso.
Adoro leer poesía, aunque por desgracia no soy bueno
escribiéndola. Tengo ídolos, como todos, aunque ninguno es popular. A decir
verdad, no me gusta nada que sea popular, creo que las masas tienen las manos
sucias y terminan manchando todo lo bueno y bello. Por eso escribo para mí, por
eso no me interesa la fama. Prefiero ser un don nadie borracho, alguien
olvidado por su propio destino. Quizá por esto aborrezco la idea de un trabajo
fijo y un horario en el que te joden la existencia de 8 a 8 con la promesa de
que tendrás una mejor vida. ¿Y uno para qué quiere una mejor vida si estará
llena de cosas falsas?
No entiendo tampoco a la gente que escribe desde la felicidad,
para mí eso es falso e imposible: uno debe escribir desde el sufrimiento, desde
los demonios internos; sintiendo cómo duelen las palabras al salir, casi tanto
como cuando vomitas el aguardiente que decidiste tomar en exceso la noche
anterior en que te encontrabas 'trabado'.
Ahora que lo pienso, vivo atormentado provocando cualquier tipo de
situación que me sirva como catalizador para crear nuevas cosas, supongo que
está en mi naturaleza y en la de todos los que son como yo.