Ya no les preguntaré si quieren ser mi novia, ahora preguntaré
“¿Quieres ser mi amiga?”. Seguro me responden “Te quiero, pero como novios”.
—@TheOMGio
Me pidieron que
escribiera esta historia, y allá va: Es de dos enamorados. A se enamora de B y
B se enamora de C. Donde A es Américo, B es Bernabé y C es Camil. A menudo
sucede que amamos sin correspondencia. Le pasó a mi hermana hace poco, me pasó
a mí hace poco, le pasó a mi abuela a estas alturas de su vida. Hace unas
semanas escribí un texto no recuerdo bien de qué, pero me comentaron algo
hermoso y muy cierto: “Aun en la ficción, las cosas malas siguen ocurriéndole a
gente buena”. El punto es que amar sin correspondencia no es ficción y hoy
alguien bueno no tuvo cómo defenderse de algo malo para sí. Américo tiene 30,
30 años, 30 canas, 30 canciones que le dedicó a Bernabé —pero recordemos que la
música no tiene la culpa de sufrir la venganza de los recuerdos que arrastra no
por sí sola, sino por culpa de nosotros—, Bernabé su amiga y su amor imposible.
Américo dice que después de regalarle un cd con 30 canciones de amor, Bernabé
comenzó el diálogo: —Te quiero, pero como amigo. —Te quiero, pero como novia.
—Américo, yo estoy enamorada de Camil. —Pero Camil es mujer, y tú eres mujer.
—Sí, y tú eres hombre y yo soy mujer y Camil es mujer. —Yo creí que me habías
abierto las puertas. —Sí, pero como amigo. —¿Cómo amigos que se gustan y se
casan y tienen hijos? —No, como amigos a secas. Entonces ahí va Américo al
contraataque, porque verán ustedes que el sentimiento de pérdida es el más
fuerte que puede calar a una persona —según mi experiencia—, entonces cuando
estamos a punto de presenciar la caída al precipicio de la persona que amamos y
nosotros no vamos con ella y vemos como empieza a resbalar y la mirarnos sin
pedir ayuda, pero nos urge que nos lleve consigo y de repente comienza a
desaparecer y nosotros seguimos sin estar ahí, justo en ese momento entendemos
que un amor frustrado se hincha de deseo y fantasía. Alguien, erróneamente, le
dijo que las mujeres caían con un poco de poesía y, tristemente, hoy en día
cualquiera que diga palabras bonitas se cree poeta. Cosa estúpida, ya sé. El
punto, y como les decía, es que ahí va Américo al contraataque: —Quisiera
aprender más lenguas para decirte en todas que aunque tenga miedo, te quiero.
—Te quiero, pero como amigo. Entonces la línea casi invisible entre abrirle las
puertas a alguien o las piernas, ya sé ya sé que se lee algo vulgar, pero la
cosa es que así es, no nos hagamos los que no y gesticulemos una O con la boca.
Lo que yo digo a Américo y a todos los que les pase —o nos pase— algo similar,
es que en algún lugar de la puta galaxia existe un mundo aparte para todos esos
amores frustrados que no convergieron a tiempo. Y creo otra cosa, para
finalizar: que a veces ciertas personas aparecen en el camino tan solo para
enseñarnos que por un amor no correspondido nadie se muere.