Definitivamente, la vida de un momento a otro cambia. Un día despiertas y te das cuenta de todo. Es como si tu mente y tu corazón, por fin, se conectase.
Algo cambia. De repente, eres otro. Y ahí, esa llama que estaba dormida, muy quieta dentro de ti… se activa. Es un fuego que surge dentro de ti. Y en ese momento, eres consciente de que realmente naciste.
Y es que nos dijeron que nacimos en este cuerpo físico en esta vida el día que se nos asignó como “el día de nuestro nacimiento”. Pero el alma asignada para ese cuerpo, despertó el día en que abriste los ojos de tu espíritu y de tu ser.
Hay seres humanos que mueren sin haber despertado nunca. Una lástima… sin embargo, quizás no estaban todavía preparados para ese despertar. En este despertar permites que el sentimiento y tu intuición te guíen porque estás conectado a los mensajes que tu entorno te da.
Todo ser humano quiere ser feliz. Si la felicidad nos la da un objeto o una persona externa nos volvemos dependientes y la dependencia nos hace perder la libertad.
Pero cuando tienes ese despertar interno vives en libertad. Tienes el control. Y descubres que tu propósito para vivir esta vida esta en ti, que la felicidad que has venido buscando con tanto afán, no se encuentran en las cosas materiales ni en otra persona, que siempre estuvo dentro de ti. Y te das cuenta, que tu alma necesita aprender para seguir su eterno viaje.
Mi despertar fue un 18 de julio… Cuándo despertaste tú? Y si no has despertado, observa, medita, quédate en silencio, siente la palpitación de tu corazón, ámate… te lo debes. Ámate.