(...) un comedero, es un bebedero, es la coreografía del subempleo alrededor de los semáforos, es un teatro de escenarios ubicuos, es el frotarse de cuerpos en el Metro, es el depósito histórico de olores y sinsabores, es una primera comunión meses antes de la boda, es el anhelo de un cuarto propio, es la familia encandilada ante la televisión, es el santiguarse de los taxistas al paso de los templos, es la incursión jubilosa y amedrentada en la vida nocturna, es un paseo por los museos voluntarios e involuntarios, es el ir al cine como si se fuera a un videoclub sin variedad de títulos, es la cacería de la tipicidad que sobrevive, es la expedición de franquicias que subrayan la falsa y asombrosa semejanza con una ciudad norteamericana."
Carlos Monsiváis en el prólogo de Guía del pleno disfrute de la Ciudad de México (1994) de Jorge Legorreta.