En la escuela de monjas donde estudié decían que cuando estabas menstruando no debías sentarte en el piso (de chinito) porque te podían dar dolores. Y, gran punto, que no debías acercarte mucho a los hombres porque ellos olían tu menstruación y se excitaban.
Que un hombre podía darse cuenta de que no eras virgen. Al momento de penerarte una especie de radar en su pene lo detectaba y entonces ya no te iba a querer ni respetar.
Que si un hombre no tenía sexo seguido, le daba calentura o sea, fiebre.
Bueno yo pensaba que en el momento en que un hombre te penetraba en seguido los millones de espermatozoides comenzaban a salir, es decir no conocía el término de eyaculación. Casi me dio el supiritaco cuando presencié una justo en mis manos.
Que en tu primera vez no te podías embarazar.
Este es bueno: que si dabas un beso muy largo, de lengua, con baba y todo el asunto te podías embarazar (no me pregunten cómo) y que si dabas sexo oral lo mismo.
Que si ibas a hacer pipí en cuanto acabaras de tener sexo no te podías embarazar.
Que si como mujer tocabas tus genitales, los hombres se daban cuenta, como si quedara una huella de tus dedos que ellos podían advertir. (Obvio, los hombres eran una especie extraña, con una hiper inteligencia o detectores especiales a la que había que aprender a engañar).
Tuve amigas que cuando les bajó por primera vez pensaron que estaban enfermas o que habían tenido un accidente digestivo ya que nadie les dijo que les iba a pasar eso.
Un amigo era obligado por su madre a lavar sus sábanas si tenía una eyaculación nocturna y lo regañaba por ‘andar soñando’ cochinadas.
Elsy Reyes