lunes, 8 de agosto de 2011
Quiero
No quiero trabajar en un edificio en Santa Fé. Tampoco quiero que mi hermana mayor sea feliz. No quiero que Woody Allen muera y deseo ser el único mexicano que vio la nueva de Werner Herzog. No quiero que me de cirrosis o cáncer o sida o que mueran mis amigos. No quiero reconocer otra canción de los Beatles a bordo de un microbús ni quiero que le sigan vendiendo Borges a menores de sesenta años. Me desilusiona mucho ver lo que la gente lee. Lo único peor que observar a una mujer guapa leyendo Crepúsculo es observar a una mujer guapa empezando a leer Crepúsculo. Las primeras páginas del siglo 21 son una cochinada pero ya mero es el mundial y vestiremos de negro. Tampoco quiero que mi hermana menor sea feliz. No quiero que mi computadora se averíe. Ha estado fallando. Ojalá el rock en español dejara de ser tan incongruente. Ojalá las letras mexicanas se agarraran los huevitos otra vez. No quiero entenderle del todo al twitter. No quiero que mi teléfono me corrija cada vez que escribo “te quiero”. Quiero que León suba a primera división. Tampoco quiero trabajar en un edificio en Las Lomas. Quiero que Cinemex mejore la calidad de su papel higiénico o que, en su defecto, el dueño de Cinemex un día se limpie la cola con el papel que ofrece en sus sucursales. Quiero que Don Edmundo Valadez siga vivo ¿Es mucho pedir, verdad? No sé si prefiero que los albañiles le dejen de gritar piropos a las rubias que van pasando o si deseo que las rubias por fin le hagan caso a los albañiles. Quiero que las crudas me dejen de tener tan ciscado. Al mismo tiempo quiero azarosamente adueñarme de “El Vodka De Arena”. Quiero tener de nuevo doce años o de una buena vez saltarme hasta los cuarenta y tres. No quiero trabajar en un edificio en Polanco o en La Condesa. No quiero que a fin de año me dupliquen el fondo del ahorro, no quiero esperar ansioso mi aguinaldo y un nuevo Diluvio Universal (todo se vale menos envejecer). No quiero tener que pasar una enmicada foto mía por un visor inteligente cada mañana y cada tardenoche a lo largo de toda mi vida con cabello (o con óvulos fértiles, depende sea el caso). No quiero que la ciudad deje de estar dulcemente decorada por los pósters de la mujer gatito que vende el perfume llamado Ricci Ricci. Quiero descubrir una rocola con Tren sin Pasajeros y Borracho sin cantina. Quiero ser astronauta y viajar hacia La Luna con el mismo libro pero en cinco idiomas diferentes. Realmente quiero que me deje de salir barba. Eso no va a pasar. Quiero algún día estar a la altura de la Moby Dick de Melville por lo menos en un capítulo, el que sea.