AL PIE
DEL DÍA,
de la
mano de una madre estelar,
mi
corazón sonríe y espera.
Como
esas niñas de ojos grandes y misteriosos,
tocado
de gracia, mi corazón
mira en
las cosas las profecías cumplidas.
Dueña de
mi corazón que me sostiene,
estoy
pensando en el riguroso vivir
mientras
la hora desciende hasta la soledad
radical
de mis
huesos sobrevivientes.
Ésta es
mi sustancia comunicada,
ni
dentro ni fuera de mí, yo misma,
un mismo
aire, yo, surtidora del mundo.
Soy
exacta en el contorno de todas las
cosas,
aunque a
veces sólo sé que soy una persona,
esta
persona, esta limitación.
J.
S.