lunes, 23 de agosto de 2010

Sobre las relaciones

Más de una vez he visto tipos cortejando mamacitas y sigo sin entender cómo puede haber pendejos que son capaces de recurrir a cosas tan poco originales y estupidas a la hora de querer comerse un rabo. Tipos que se encargan de enumerar cosas por las cuales él y ella deben estar juntos. Seres despreciables que tratan de convencer a la mujer de que la mejor opción para ella, es él; ya que con nadie más tendrá tantas cosas en común.
A ver, ven para acá.

A ninguna mujer le gusta que le den órdenes, menos si el que las da es un hombre. Esa manía de estar mandoneando todo el tiempo: tráeme, búscame, compra, te encargo, no se te olvide, recuérdame. Como si yo fuera tu qué. Como si no pudieras hacer las cosas tú solo, o pedir por favor.

-A ver, camina para allá. Ábrete la blusa. Un poquito más, ahora acércate tantito. A ver, bájate el pantalón y gira para acá.

Esa costumbrita de sentir que llevan la batuta, que dirigen la orquesta, o la película, o el baile, o la movida. Esa mirada de “no me cuestiones”, ese instinto de dominación sobre una mujer. Esa maldita maña de observar con satisfacción cuando los obedecen.

-No, un poquito más. A ver, así, ábrelas tantito, acomódate de este lado. Ahora agáchate. Así, acércate un poquito más a la orilla.

Me encanta.

Chilangelina