Encantadoras las claves para distinguir a una bruja según el estoico Roald Dahl en su libro The Witches: de entrada, estas mujeres infernales viven ocultas en nuestra sociedad. Son calvas pero usan pelucas, lo que les causa horribles comezones. Sus manos son coronadas por garras puntiagudas, por lo que usan guantes para esconderlas. Sus pies son cuadrados y no poseen dedos --por eso una bruja no usa "zapatos bonitos". Su saliva es azul, y las pupilas en sus ojos cambian de color caprichosamente. Por supuesto, emplean la magia, pero con un fin perverso: para deshacerse de los niños. La razón de su odio contra los infantes, quizá, es que no toleran el olor que éstos despiden. Las brujas del libro de Dahl no son amables: quieren matar a todos los niños del mundo. El método podrá parecer estúpido (convertirlos en ratones para que así alguien más se los despache), pero no hay que olvidar que la intención de Dahl era hacer un libro para niños. Un libro para niños en donde el tema es brujas que matan niños. Dahl era un cabrón redondito.
(La versión cinematográfica de The
Witches fue powereada por el taller de Jim Henson y Anjelica Huston como la bruja mayor de Inglaterra. Es
una buena versión, en verdad. Véanla.)
Muy chamaco, en los ochenta, me
obsesionaba la lectura de un artículo de la revista Geografía
Universal dedicado a las brujas. Recuerdo que iniciaba con un diálogo
ficticio entre una supuesta bruja y su duro juez en la onda Salem, Estados
Unidos, siglo XVII. Básicamente, el texto hablaba de cómo algunas mujeres de
avanzada de la época, mujeres poco comprendidas por los hombres, acababan como
chivos expiatorios en la hoguera por desafiar el statu quo. El
detalle grotesco era el siguiente: si alguna tenía un lunar, éste era
determinado por los jueces como un diaboli stigmata o marca
del diablo. ¡La bruja había copulado con el demonio en un aquelarre! Después de
muchas horas o días de tortura, por supuesto, cualquier mujer terminaba
confesando su afiliación con el diablo. Los juicios de Salem en realidad
duraron sólo un año y no sólo brujas fueron condenadas a muerte; también había
hombres entre los consignados. La paranoia de una sociedad puritana que entró
en pánico: así podemos resumir las estupideces acontecidas hace más de 300 años
en Salem. National Geographic tiene un viejo
interactivo dedicado al respecto, y cientos de libros se han escrito
tratando de explicar lo que sucedió ahí. Ahora, nuestra mentalidad
contemporánea intenta trazar un dibujo más políticamente correcto de la
brujería como un "modo alternativo de vida". De hecho, una exposición
en el Salem Witch Museum se dedica sólo a darle una dosis de
"realidad" a nuestra burda idea de la bruja como esa cosa narigona,
perversa, con sombrero picudo y escoba para volar.
Un momento. Yo no quiero esa versión
ultrapasteurizada de las brujas. Yo no quiero que me digan que las brujas son
mujeres que aman a la naturaleza y procuran el bienestar holístico, como si se
tratara de una mamona disciplina new age o una variación de
la acupuntura. Seguro: existe la noción de la bruja bondadosa (Wanda Maximoff
en sus humildes orígenes con los Avengers) y la bruja perversa (Emma Frost en
sus humildes orígenes con el Hellfire Club), del mismo modo que
existe la bruja como la madre universal o como la madre mala. Aquellos
lectorcitos que hayan pasado por el Spam Campbell®, adivinarán que el poder de
las brujas radica en la paradoja de la creación: la mujer, dadora de vida,
poseedora del vientre bendito, la world creatix, es dueña también
la fuerza destructora y "maligna" que da y quita. La bruja es una
fuerza que contiene por igual eros y thanatos.
Cualquiera que haya estado enamorado de una mujer lo sabe; la belleza puede ser
algo terrible. La belleza de una mujer eleva pero también enloquece. La canción
"Exit" de U2 lo resume así: "The hands that build/Can also pull
down/Even the hands of love".
Sin ánimo misógino, la verdad es que las
brujas rockean mucho más que los brujos (un brujo connota a un médico tribal;
una bruja, a una fuerza cósmica que evoca a la magia). Y ya establecido
que "bruja" no es sinónimo exclusivo de "hijadeputa", hay
que decir (o contradecir) que no es ninguna sorpresa que los retratos malignos
de las brujas sean mucho más poderosos que los bondadosos. Todos recordamos a
las brujas feas, culeras, viles y sanguinarias. Están aquellas grayas que
viven en una cueva terrible y se turnan un ojo para ver, y que le revelan a
Perseo la única forma en la que puede deshacerse del Kraken en la Furia
de titanes de 1981. Y están las tres brujas shakespereanas que le
dicen a Macbeth que él será el rey de Escocia en un pasaje favorito del Bardo
Inmortal:
Double,
double toil and trouble;
Fire
burn and cauldron bubble.
By the
pricking of my thumbs,
Something
wicked this way comes.
Las maquinaciones de una bruja. De una
mujer que sabe más que un hombre. A eso sabe la vida. A hombres inexpertos
enfrentándose a mujeres más aptas e inteligentes que ellos. Macbeth es
una cosa hermosa por eso.
Más recientemente, mi bruja favorita ha
sido la mamá falsa de Coraline. He visto una docena de veces el
filme con mi hija y he armado muchas interpretaciones sobre lo que sucede en
pantalla (una de las más nuevas es de origen "inceptionesco").
Ninguna otra película obsesiona tanto a mi hija como Coraline, y
creo que es por sus efectos freudianos sobre ella.
En Coraline, la madre falsa
tiene ojos de botón, y en su forma horrible de bruja-araña representa a la
propia madre enojada y regañona. Piensen esto: nuestro camino en este mundo
implica separarnos de nuestras madres y añorar el seno materno que alguna vez
nos dio protección y alimento (me vale pito que hayan tomado leche de fórmula,
la metáfora funciona). Para la psique de un niño --que es una personilla aún
cerca de su progenitora--, el enojo de la madre equivale a perder esa
proximidad, y quizá más que eso: es una pequeña tragedia griega que se repite a
diario en las casas de niños preescolares haciendo berrinche.
Así pues, la
madre falsa de Coraline Jones es una bruja potente que representa el peligro de
perder para siempre a nuestra propia madre.
La madre buena, sin embargo, es rutinaria
y aburrida y, a su modo, gruñona y malencarada. Una de las cosas que amo
de Coraline es que nos dice que "los sueños pueden ser
peligrosos", pero también nos susurra al oído que vale la pena correr ese
peligro con tal de saborear la aventura. Amén.
Un beso cariñoso para todas las hermosas
brujas que en estos días bailarán ebrias a la luz de la Luna y fornicarán con
Satanás. Se lo merecen, chicas. Han trabajado muy duro todo el año.
"Something
wicked this way comes"
Ruy