LA MANO QUE MECE LA CUNA
¡Que tarde es! ¡Mi jefe me va a
matar! ¡Y yo todavía sin pintarme! Tendré que correr para poder alcanzar el
micro, ¡maldita sea! Como podré llegar a tiempo si con esta mugre falda no
puedo ni moverme, ojalá que no estén los borrachos de siempre en la esquina.
¡Cómo los odio! Esa forma en que me miran de pies a cabeza. Y aun más el baboso
de poncho, con todas esas obscenidades que grita y entonces todos se lo
festejan, como si se vieran muy bien los malditos. No entiendo porque tengo que
llevar una falda tan corta al trabajo, nada que ver con lo que hago.
Bueno, -¡nos vemos al rato ama!-.
¡Llena la micro como siempre! Solo
que hoy no estoy de humor para ir oyendo la Z a todo volumen, creo que mejor me
voy en metro, además, se ve que el tráfico esta endiablado.
¡Diablos! No cabe nadie, y esta
bola de güevones que no ceden el asiento ni a su madre. Que no se haga el
dormido este tarado, que no ve que me están aplastando. Además, este señor que
traigo al lado, creo que no conoce el agua, ¡vaya que si apesta! Y ahora porque
se detiene el metro, ¡me lleva!
Por fin la estación Hidalgo, ahora
solo tengo que bajar antes de que todos se empiecen a aventar, ¡ahh! ¡Oiga
señor que se cree! ¡Estúpido!
Ángel Caído
Ángel Caído