Si sostengo, invocando la ley de la
oferta y la demanda, que en el mundo hay mucha más demanda por pan que por
operaciones de cirugía estética; y mucho más de alivio de la malaria que de
vestidos de alta costura; si sugiero un referéndum que pregunte a los
ciudadanos si prefieren destinar las reservas monetarias para salvar vidas o
salvar bancos; se me acusará, sin duda, de ser demagógico. Si, por el
contrario, acepto que es más urgente, más necesario, más conveniente y más
provechoso para todos impedir la quiebra de una aseguradora o de una institución
bancaria, que dar de comer a millones de niños, socorrer las víctimas de un
huracán o curar el dengue, se dirá que soy realista.
Ese es el mundo en que estamos. Mundo
acostumbrado a que nunca hay suficiente para los que no tienen nada, pero
siempre hay suficiente para los que tienen todo. No hay suficientes recursos
para superar la pobreza, pero sobran los recursos para satisfacer necesidades
superficiales.
Manfred Max Neef