sábado, 15 de agosto de 2009

Sobre mi

Esta semana ha sido un pinball. Algo vino a convertir mis días en un baile de electrones que me ha costado trabajo controlar. Lo peor llegó cuando me entró la paranoia de padecer cáncer pulmonar. Traigo un nivel de tensión que hizo que mi espalda duela como si hubiera cargado una cruz. Y el suplicio sigue porque, aunque lo del cáncer fue falsa alarma, el resto de las cosas en mi vida siguen orbitando y chocan entre sí. No entiendo nada y no me entiendo a mí mismo.

Este es, de nuevo, uno de esos momentos en los que recurro a la música para tratar de liberar mis emociones. Es la única manera en la que puedo tener contacto conmigo mismo sin perderme. Escarbar en lo que sea que siento y poder llegar a conclusiones que, en cualquier sentido, sanen lo que sea que deba sanar.