lunes, 28 de marzo de 2016

Diez años despúes

¿Sabes? Quería contarte que no he cambiado ni un poco. Y que te escribo porque no lo haré. La gente no lo hace, has dicho desde siempre, solo sucede algo con la gracia: aparece o se esfuma para siempre. Sin equivocarte.
¿Sabes? Quería contarte que después de irte me quedé en la ciudad –aquí sigo– porque me enamoré de una india ladina –que señalaba el oeste igualito a ti– y después de una australiana como si constantemente estuviera buscando romper con arquetipos que apenas comprendo. Me quedé porque me pasó lo que a Durrell, eso de que una ciudad es un mundo cuando amamos a alguno de sus habitantes. Pero con ambos terminé igual. No puedo darte todo de mí, le dije a ella gritándole sin razón después de tres años; y con la australiana hice lo mismo después de dos solo para probarme que siempre puedo ser más miserable que la primera vez. Consciente me propuse sentir dos veces lo que Palahniuk escribió: quise pelear con ella porque había vuelto el insomnio y me apetecía destruir algo hermoso.
Que me quedé sola porque no es de otra manera cuando revientas algo más grande que tú.
Que ya es marzo y hace seis años te comprometiste con Daniel. Aquel muchacho sereno que al encontrarte deseó que fueras su tierra. Lográndolo. Chico listo: tan decente, tan sin hacer chingaderas. Tan él. Y yo tan su antítesis. Que tienen una nena bellísima parecida a los dos y que, sin embargo, hiciste con Daniel lo que yo con aquellas dos personas hermosas porque en el fondo no somos tan distintos. ¿Fuiste feliz, mi amor? Con alguien que no se parecía a mí.
Qué ha sido de ti que tras tu rompimiento con él corriste a internarte en una selva.
Para pensar en mí a escondidas.
Qué sospecharás ahora del amor, mujer, que defendías convencida de que era color blanco. Equivocándote. Era grosero, mujer, pensar que no habría sangre en el lugar donde alguien amó.
Peleábamos tanto. Y terminamos a pesar de querernos un montón.
Que sigo sin fumar porque estoy buscando el momento de recaer con todo dolo para probarme que tantos años valieron la pena porque por fin volví a lo que tanto amé. ¿Volverías a mí? Te daría, mi amor, por fin el cielo.

QVMT



sábado, 26 de marzo de 2016

Que asco de vida

La semana pasada, me llamó por teléfono "una amiga". El motivo era pedirme que por si acaso no contara nada de su vida privada a un chico que conocí el día de antes y que ella conoce también ya que según ella "somos amigas" y debe haber fidelidad. Llevaba 7 años sin saber nada de ella.

Hace tiempo, cuando conocí a mi novia, en lo primero que me fijé de ella fue en su larga y preciosa melena rizada y pelirroja. Aunque toda la vida lo ha tenido larguísimo lleva un tiempo quejándose de que le agobia el pelo. El otro día me dijo muy en serio que se iba a rapar al 3. La quiero, pero ya de por sí es muy masculina y me da miedo que lo haga y deje de parecerme tan atractiva.

Hoy, he roto un espejo, aunque nunca he creído en esas cosas de la mala suerte. Justo después, cuando iba a tirar los trozos, he pisado una mierda. Espero que las suertes se contraresten.

La semana pasada, mi antivirus consideró que el contenido de la página de la facultad es peligroso y no me dejó entrar. Estaba en pleno parcial.

Hoy, tuve que usar el ordenador de mi hermana. Cuando terminé, encontré una larga lista de películas, entre ellas "Vampire Girl vs. Frankenstein Girl". Cuando la abrí comprendí por qué la tenía. Es la película más rara que he visto en mi vida. Ari, casi prefiero que veas porno.

Hace unos meses, mi madre al parecer cree que soy un semental nato y cada vez que me ha visto con una amiga me ha comprado condones. Se me están acumulando y no tengo con quién darles salida.

Hace unos meses, estaba jugando un torneo de fútbol con mis amigos. En cierto momento del partido tiraron un centro y yo, sin pensarlo, hice la chilena de mi vida. Terminó en gol, pero al caer me fracturé la columna vertebral. No sabía si alegrarme por el gol o si llorar por mi columna.

Hace unos meses, que vivo en Alemania y hace uno que empecé a trabajar en un almacén. Un trabajo sencillo ya que tengo un nivel de alemán de A2. Saben que no hablo, me cuesta entender las órdenes y a veces me equivoco, pero no me han tratado mejor en toda mi vida laboral española.

Hoy, mi sobrina de 8 años se ha dado cuenta que las salchichas están hechas de carne y se ha ido al baño a vomitarlas. Cuando le pregunté por qué había hecho eso, mes respondió que se había vuelto vegetariana porque le daban pena los animales. Yo con ocho años jamás pensé tanto en nada.

La gran aventura de Biisuke


lunes, 21 de marzo de 2016

QVMT



De Virgen del Pecado a Esposa de Oficina

El traje negro que se ceñía con desesperación a sus redondeces y el par de botas que llegaban arriba de la rodilla le valieron un ascenso: la sacaron de la línea donde tomábamos llamadas inbound para colocarla en la recepción del piso directivo.

Era rubia, altísima, con unas curvas de infarto y un rostro no muy agraciado.
También era dulce, sonreía como nadie y tiraba lánguidas caídas de pestañas a quien se cruzara con ella. Y también, y sobre todo, era amante del Director de Operaciones. Se sabía como se sabía que la quincena era la mejor parte de laborar en ese caótico lugar.
“Leslie puta” aparecía un día sí y otro también en las paredes de los baños de aquel efervescente edificio donde trabajábamos cientos de operadores telefónicos.
Para la fiesta de Halloween se disfrazó de Gatúbela. Qué cosa.
Hasta yo tuve fantasías sexuales con ella esa noche. El traje negro que se ceñía con desesperación a sus redondeces y el par de botas que llegaban arriba de la rodilla le valieron un ascenso: la sacaron de la línea donde tomábamos llamadas inbound para colocarla en la recepción del piso directivo.
Sobra decir que era impopular como una bacteria, no queríamos estar cerca de ella, particularmente las mujeres. Los hombres apenas se atrevían a saludarla.
Pero ella parecía no enterarse, iba y venía sacudiendo la melena y sus prodigiosas nalgas por los pasillos de todos los pisos, se detenía en la cafetería, en las fotocopias y saludaba a los presentes como si fuera la quinceañera protagonizando una eterna fiesta.
Al llegar los veinte minutos del receso, se apersonaba ante el grupito de fumadores como si la estuvieran esperando y prendía su cigarro, participaba de la charla tan quitada de la pena que no se atrevían a echarla ni a integrarla definitivamente.
Tendría diez o doce años más que yo, que era demasiado joven e idiota (valga el pleonasmo), y todavía guardaba un montón de juicios morales en mi mochilita de escolapia para explicarme el mundo. Ella era mala, claro, y había que evitar a toda costa ser como ella.
Una mañana se apareció en mi fila de operadores, con sus taconeos hizo retumbar el feo piso de linóleo y llegó hasta el cubículo elevado de la que era mi supervisora, le dejó un papelito en el escritorio y bajó con su contoneo de pasarela dejando el tufo de su perfume infantil por todo el pasillo.
La supervisora, que me quería bien y me estaba entrenando para sucederla, me llamó de inmediato. Mostrándome el papelito, me pidió que la relevara unos minutos.
Ahora pienso en ello y siento, no sé, ternura. Era la orilla de una hoja de cuaderno arrancada descuidadamente donde la citaba para encontrarse en el baño de mujeres, quería pedirle un favor y le daba las “grasias” de antemano.
Leslie quería volver a ponerse la diadema de operadora y contestar llamadas, no es que estuviera cansada de ser la chica guapa de la recepción ni la criticada amante del jefe máximo: estaba harta de ser la esposa de oficina de ese hombre que ahora se comportaba con ella como un marido por derecho canónico, jurídico y territorial. Se aburría, se sentía controlada, eclipsada y sola.
Todos esos retazos de recuerdos llegan a mí ahora que por fin he aprendido que la mitad de mis prejuicios no han servido más que para arruinarme el espíritu, para achatar mi pensamiento, para hacerme imbécil.
Ayer por la mañana, sentada en mi cafetería de siempre vi llegar a la que podría ser una Leslie Segunda pero de pelo castaño. No pasaría de los veintitrés, llevaba un corto vestido blanco tan entallado que se hacía uno con los pliegues de su cuerpo y esas botas over the knee con tacón de aguja que parecen ser el fetiche por excelencia. Caminaba entre las mesas de libros pero ninguno le interesaba, la verdad es que a nadie le interesaban los libros con ella incendiando las novedades editoriales, el pedacito de piel que asomaba entre las botas y el vestido era provocación suficiente para emprender una guerra.
Tres minutos después apareció el hombre: cincuentón, traje azul marino, camisa con mancuernillas, argolla de matrimonio y un teléfono que sonaba todo el tiempo. Se besaron en la boca a modo de saludo.
Se sentaron a la mesa sobándose las manos, las piernas, deshaciéndose en sonrisas.
Él no dejaba de hablar. Cuando por fin terminó la llamada y en el breve intermedio antes de que entrara otra, le pidió que ordenara el desayuno como se le pide a un subordinado que ejecute bien sus tareas.
  • Los huevos que me gustan, ya sabes.
  • No soy tu esposa, ¿te acuerdas? No sé cuáles son los huevos que te gustan.
El hombre amusgó los ojos y una vena en su cuello saltó levemente, el teléfono seguía pegado a su oreja, se levantó y salió a la calle para poder vociferar al volumen adecuado.
Ella se puso a jugar con el celular, cuando el mesero apareció le dedicó una sonrisa de promocional y ordenó dos cafés.
Mi teléfono vibró, la persona a la que esperaba no podría llegar porque el maldito tráfico, el maldito semáforo descompuesto y la maldita vida.
Pedí la cuenta y aunque lamenté no quedarme para presenciar la escena completa, también me alegré de no encontrar en mi mochila de objetos inútiles el prejuicio que años atrás me habría hecho rechazarla de inmediato.

domingo, 20 de marzo de 2016

Que asco de vida

Hoy, llamé desde Alemania a la que considero como mi mejor amiga, para felicitarle su cumpleaños. Cuando acabamos de hablar y ya iba a colgar, escuché como su hermana le preguntaba: "¿Quién era?" y mi amiga le respondía: "Nadie, una pesada". No he llorado más en mi vida.

Hace tiempo, mi mejor amigo me confesó que tuvo algo en el pasado con mi novia, a lo que le pregunté a ella y me lo confirmó, pero me dijo que estaba muy arrepentida. Para vengarme, la perdoné, pero de ahí en adelante la traté fatal. De verdad estaba arrepentida (fue antes de empezar a salir), se entristeció y me dejó; para colmo, por mi mejor amigo. Sí, me lo merezco.

Hace unos meses, mi vecina me pidió que hiciera de canguro de sus niños y que por ello me pagaría. Cuando estaba en su casa, me percaté que había al menos un par de cámaras escondidas grabándome. No le dije nada porque realmente necesito el dinero y paga bastante bien. A día de hoy, sigo haciendo de canguro. Eso sí, me siento como en Gran Hermano.

Hace unos años, mi padre me confesó que yo era adoptado. Hoy, me ha dicho que toda su herencia se la dejará a su nueva esposa porque "no soy hijo biológico" y sería injusto dejarla sin nada.

Hoy, estoy de intercambio en Londres y me quedo con una familia. Hace unos momentos he salido de la ducha y me he dado cuenta de que la puerta del baño estaba abierta, así que la he ido a cerrar y justo subía por las escaleras el hijo mayor de la familia. Me ha visto todo. Me quedan unos incómodos meses aquí.

Hoy, he ido a la playa y a menos de 10 metros de la orilla me ha picado una raya. Cuando regresaba para salir del agua e ir a urgencias me ha picado otra.


Mis alumnos






viernes, 18 de marzo de 2016

Semana Santa


Inicia semana de descanso para los mexicanos, todos lo anhelan con gran deseo. Lo extraño es que ninguno se los merece en realidad, todos realizan un mínimo esfuerzo en sus actividades y todos hacen como que trabajan, prácticamente no veo a nadie dando un 100% en sus labores. En verdad no veo cómo es que dicen estar cansados los mexicanos.

lunes, 14 de marzo de 2016

QVMT





No olvidar nunca

Los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones;
nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobre todo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia donde quiera que esté...

viernes, 11 de marzo de 2016

A veces me da vergüenza...


Que cada vez me alejo más de lo acostubraba ser y pensar. Atrás ha quedado el Eduardo revolucionario y transgresor del sistema. Hoy soy un funcionario sin mucho chiste que la mayoría del tiempo me la paso trabajando y entonces me pregunto como para qué hago ese tipo de cosas. ¿Vale la pena no disfrutar la vida?

sábado, 5 de marzo de 2016

Que asco de vida

La semana pasada, me presentaron a un grupo de gente en una fiesta. Ya ni me acordaba de lo que era que alguien me hablara y me mirara a la cara. Llevo años con la sensación de que soy invisible y me esquivan.

Hoy, después de tratar de comunicarme con mi novio después de mucho tiempo sin vernos (estudia en una ciudad a 4 horas de la mía, por lo que nos vemos poco) al fin me ha enviado un whastapp diciendo que extrañaba mucho a mi perro y quería abrazarlo.

Ayer, me comunicaron que he perdido la evaluación continua del ciclo que estoy haciendo (informática) por pasarme una falta, ya que me había olvidado de pedírsela al médico. Siendo el que mejor notas saca de mi clase y quien más se apasiona por el ciclo, tengo que hacer las prácticas en septiembre cuando tengo casi todo de 10 mientras que los canis acaban sin problemas.

Hoy, mi hermana lleva el cabello muy corto debido a que decidió donar su larga cabellera a niños con cáncer. Todos creemos que su acto fue muy noble y que está preciosa. Todos excepto su novio, que le echó una bronca monumental diciendo que estaba horrible y la tachó de egoísta, ya que "debió haberle consultado a él a ver si accedía". La ha dejado. Al menos te libraste de un idiota.

Hoy, ha venido a mi consulta de ginecología una madre y su hija. Al pedirle a la madre si por favor podía esperar fuera, ésta se ha negado rotundamente diciendo que "tenía derecho a saber si su niña tenía una vida sexual activa". La niña en cuestión tenía 22 años.


Ojos de amor


viernes, 4 de marzo de 2016

Enseñar



Enseñar se ha convertido en una gusto apasionante para mi. Voy a trabajar por gusto e incluso podría no cobrar. Intento dejar lo mejor de mis conocimientos y que mis alumnos sean los mejores mexicanos que pueden existir. Eso me lleva a pensar si vale la pena trabajar en lo que me gusta o en lo que me deja dinero, hoy, hoy trabajo en lo segundo.