lunes, 3 de julio de 2017

Tengo 46 ¿y qué?

En días pasados, Claire Marie me pregunta:
– Mamá, ¿qué día cumples?
– El martes – le dije – En este año, sería el día #2 de la semana.
– ¿Y cuántos cumples, mamá?
– 46
– ¿Eso es mucho o poco? – vuelve a preguntar pensativa.
– Hija, eso es relativo.
– ¿Cómo así, mamá?
– Bueno, hija… te lo voy a poner fácil:
Si tu papá, antes de irse al trabajo, me da un beso… me siento de 23 años, enamorada.
Si tu padre y yo, nos peleamos… me siento como una adolecente de 16 años, llena de un sinfín de emociones que van desde la rabia hasta el orgullo y pasando por la tristeza.
Si Yayo, tu abuelo, me dice: “Eres mi sol”, ese día, soy una niña de 6 años que se siente protegida.
Si llamo a Yayita Catur para preguntarle por alguna receta de comida, la forma en que ella me habla, me hace sentir de 9 años, edad en que me enseñó a cocinar.
Si tus tías, Kiki y Dodo, me escriben y me mandan un chiste, en ese momento, tengo 15 años porque revivo nuestras risas juntas.
Si tú, mi Claire Marie, al probar algo que te cociné, me dice: “Mamá, nadie cocina como tú”… en ese momento siento que tengo 35 años. Alguien joven pero con experiencia.
Si el día amanece un poco nublado y me duelen todos los huesos… Ay, esa mañana, me siento de 96 años.
Hija, yo nunca imaginé que iba a cumplir 46. Y es que, eso lo encontraba demasiado lejos. Algo así como de viejitos. Mínimo, un jubilado. Hoy, creo que porque tengo cierta edad, cuando veo alguien en bastón digo: “Está joven”, más bien, creo que tratando de ser solidaria.
(Ella se reía… le divierte que le diga cosas así.)
Bueno, hija, en resumidas, la vida está basada en nuestras emociones. Toda entera.
Esas emociones hacen que tengamos energía o no. Que estemos sanos o enfermos. Que enfrentemos la vida con un escudo y una espada, o escondidos dentro de un hueco.
Ojalá nuestras emociones fueran siempre óptimas, como las de un valiente guerrero… pero somos seres humanos, no robot. Así que, algunas veces es mucho y otras, poco. Todo depende de nosotros y de las circunstancias.
Lo ideal, hija, sería poseer emociones balanceadas, porque una cosa es crecer físicamente y otra es madurar emocionalmente. El paso del tiempo, no asegura que seremos personas más maduras. Así que, el chiste aquí es, crecer física y emocionalmente porque de esa manera… uno le da prioridad a las cosas y a los momentos y no a los números de la edad.
Y cuando amamos… nos sentimos inmortales, llenos de esperanzas, viendo la vida con valentía. Entonces, ¿nos atrevemos a crecer?