lunes, 11 de diciembre de 2017

Odio tanto...

esa sensación dolorosa de ver a alguien con quien sabes de sobra que no pasará nada. La ruptura de la ilusión, del ideal, de los planes que revestiste de las mentiras que te contaste hasta creértelas.


Finges estar bien. Los días comienzan a pasar tan lento que te desesperas. Algún día aprenderás que no se puede retener a alguien si en sus planes no hay espacio para ti. Algún día vas a verla y no te dolerá como ahora, no causará el mismo efecto, no va a alborotarte la tranquilidad. Pero hoy no es ese día. Ni mañana.
Resignarse a una persona es el acto de valentía más grande que se puede hacer por amor. Por amor propio. Y entonces comienzas a odiarte con todas tus fuerzas.