lunes, 23 de septiembre de 2019

Un hombre común

Un día conocí a un hombre común ( y sonriente).  Tenía el alma incompleta y las manos agrietadas. Tenía la mirada perdida y cada una de las ilusiones muy rotas.  Lo conocí caminado, haciendo otras cosas, buscando otros caminos. Me conoció perdida y un poco rota. Pasando inadvertida por ahí, sin encontrar, sin esperar.  Nos quedamos, no tuvimos miedo, ni ese vértigo absurdo a lo desconocido, ni ese temblor infundado a las alturas. Ambos teníamos en común soledades, tristezas y fracasos; pero también compartíamos la misma alegría, la ilusión de volver a amar, las ganas de estrenar cielos.