viernes, 27 de febrero de 2009

Odio tanto que...

No podemos caerle bien a todo mundo. Ni Gandhi pudo. Y no podemos sentirnos culpables por discriminar gente. La neta. Yo procuro ser muy amable con todo mundo, pero hay pequeños detalles que terminan con esa fase mía en un santiamén. Entonces pongo una barrera bien notoria. Mi jeta de ‘la verdad es que me zurras los huevos’. Y hay gente con la que me pasa eso y son buen pedo y todo, pero nomás no. Nos gusta segmentar. Esa es la realidad. Y ya chole de sentirnos culpables por ello. También nos fascina sentirnos culpables por puras idioteces.