jueves, 28 de julio de 2016

No toda despedida es una renunciación

Busqué interpretaciones sobre lo que es una despedida. Pero en realidad no llegué a nada, aunque ahora sé que a veces la despedida es solo una pausa, un descanso en el camino antes de continuar. 

Que unas veces para tomar fuerzas, otras para cambiar la estrategia y otras más para revalorar.

Nada de eso me sirvió, ya que ayer me dolió mucho despedirme de ti, independientemente de tus palabras. Esas despedidas indoloras que se dicen sin pensar, un hasta luego dado por sentado, un adiós con la convicción de que no es una despedida real. Aunque yo tengo mis dudas.

Sin embargo, lo de ayer era necesario, ya que a veces nos despedimos sin querer hacerlo, negándonos a soltar o dejar ir algo, pero con la consciencia de que tiene que dejarse atrás.

Al contrario, las peores despedidas son sin duda aquellas que no sabemos que lo son, la última vez, el último beso, el último abrazo, la última oportunidad de decir tanto y al final por ignorancia solo decimos adiós. Y entonces la oportunidad de despedirse se va, pero los recuerdos se quedan.

Pero como mi principal virtud es ser optimista, debo de escribir de otra forma la idea de las despedidas, debo decir cosas lindas. Por eso creo ahora que las despedidas también son inicio, suelen ser el punto de partida de algo nuevo, ciclos que se cierran y se abren en una cadena, que se hace más fuerte con cada eslabón que añadimos.

Quizás solo sea que en el fondo toda la vida nos estamos despidiendo, hasta que una de esas despedidas resulta ser en verdad la última.


Por si acaso: Hasta pronto y hasta siempre.