Fue una silla la que creó el mundo: en el principio, no había más que sillas. Éstas se aburrían. "-¡Hagamos un hombre!-" dijo una de ellas, "-un hombre que pose sus asentaderas sobre nosotras, que se apoye en nuestros respaldos, que nos cambie de lugar, que nos pula, que nos encere, que nos acaricie-".Y esa silla pensó tanto y con tanta fuerza en el hombre, que éste fue creado. Y el hombre, hijo de la silla, vive sentado cada vez más y más tiempo.
Géo Norge (1898-1990), Les cerveaux brûlés.