lunes, 4 de marzo de 2013

Álbum de olores

Después del post que hizo la reina serpiente decidí realizar también un texto al respecto, aunque no creo que me quede ni la mitad de bueno que a ella.

Salud


Pensé que un post así no debería ser complicado, simplemente se trataba de sentarse a recordar. Pero recordar eventos o personas es muy fácil, todos lo hacemos a diario. Recordar olores es lo complicado, posiblemente el olfato es el sentido menos educado que tengo, toda la carga se lo lleva lo visual y en mi caso lo sonoro. Pero intentaré remitirme un poco a mi pasado.

Desde muy pequeño mi madre me enviaba al dentista, tenía ocho años y yo recorría toda la ciudad para llegar al lado de lo que hoy es la Unitec Cuitlahuac, hoy en día veo que para mi corta edad el viaje que realizaba resultaba más complicado que el de Remi y yo ni me quejaba. Ya en el lugar los olores eran maravillosos, el fluor no se quedó en ningún lado mas que en mi nariz, no simbolizaban gran cosa más que el esfuerzo de mi madre por darle con todo su esfuerzo una buena salud.

Horas después llegaría a mi casa en donde, si llegaba con hambre, me estaría esperando una rica sopa de fideo. A diferencia de Mafalda, adoro la sopa particularmente la que hace mi abuela y que en más de 30 años he podido disfrutar, oler y saborear. No hay mejor sopa que la de mi abuela.

Con los años la vida me fue llevando a nuevos rumbos, conocí el amor que venía acompañado de un exquisito perfume que aún hoy si lo llego a percibir en la calle me hace detenerme un momento y buscar su lugar de origen, incluso con la esperanza de encontrarme con esa chica que no ha logrado salirse de mi mente.

Mi vida continuó su trayecto y los olores me acompañaron en mi carrera. Me encantaba comprar un libro viejo, desde la llegada a alguna librería, el lento proceso de abrirlo y poder respirar lo que dejó su antiguo dueño y que ahora podría pertenecerme.

Prometo toda la semana detenerme a oler más.