lunes, 19 de enero de 2009

Israel-Palestina

El segundo versículo del capítulo 12 del Deuteronomio empieza con la siguiente frase, aparentemente pronunciada por el Di-s de los judíos: "Destruyan por completo aquellos lugares de la tierra en los que otras naciones han servido a sus dioses". Con el término 'la tierra' (HaAretz), el Di-s de los judíos se refiere a la tierra que él mismo le 'entregó' a su pueblo durante los tiempos de David. Esta 'tierra', por supuesto, es Jerusalén; particularmente el monte Moriah, en donde los musulmanes construyeron su famosa Qubbat as-Sajra a finales del siglo VII de la era común. Desde entonces, esa mezquita domina el paisaje de Jerusalén y también la mente de muchísimos judíos que pretenden destruirla. ¿Su propósito? Edificar ahí el tercer templo, según las recomendaciones de Ezequiel. ¿Por qué ahí y no en otro sitio, por ejemplo a un lado? Pues porque el Di-s de los judíos ordenó que fuera justo en esa parte del monte (la Torah es muy específica en ese sentido). Esta es la razón por la que los judíos no pueden entrar a la explanada del templo (con todo y que son los dueños de la ciudad), y los musulmanes no se acercan al muro occidental (único vestigio del templo de Herodes). Realmente nadie lo intenta; pero por si acaso, hay un montón de militares que se encargan de impedirlo. En suma, los judíos se creen dueños de esa tierra, pero los musulmanes también. Y los argumentos de ambas partes aluden a Di-s y a Alá. ¿Quién tiene la razón? ¿Es el monte Moriah auténticamente propiedad de los judíos? Ellos dicen que el rey David lo compró. Y los musulmanes afirman que en ese terreno no había nada cuando decidieron, durante la época bizantina, erigir su mezquita. Además, fue ahí en donde Mahoma subió al cielo. Esta es la esencia del conflicto actual en el medio oriente: un pedazo de tierra que, por alguna razón, resulta sumamente 'especial'.

JP.