Diario viajo en el metro y ahí se ve de todo, por lo regular cosas no muy agradables. Pero hace unos días ocurrió algo que yo no recuerdo haber visto en muchos años. Sube una niña con su mamá y se sientan, ya acomodadas la niña (como de 9 años máximo) saca un libro de Julio Verne y lo comienza a leer con una pasión que daba envidia. Pinche gusto que me dio, no sólo por su pasión sino porque ya todos saben que el promedio de lectura en el país es de pena.
Por otro lado, ayer abordo una combi y dos chavos de prepa venían platicando (no mayores de 18 años).
Uno: No manches wey, me dejaron leer El Perfume.
Dos: A mi también, que güeba.
Uno: Lo bueno que ya lo leí.
Dos: ¡No mames! ¿De que trata?
Uno: Dame una lana y te digo.
Dos: Que culero eres.
Uno: No seas wey. En internet está todo. Yo sólo busque el resumen y pues ya se que pedo.
Bueno estos tipos van para diputados.
A pesar de escuchar diálogos tan estúpidos, me quedo con la imagen de la niña. Bien por ella, aunque haya sido una tarea de la escuela (que no creo), disfrutar un clásico como ella lo hacía esta muy bien.
Ángel Caído.
P.D. No se vayan sin antes ver que cosas no pueden meter al horno de microhondas.