viernes, 8 de enero de 2010

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Muchas veces hago las cosas por provocarte una reacción, como los niños voy calando mis límites, voy viendo con qué cosita saltas, con cuál te encabronas, con cuál me premias. Incluso voy probando los momentos precisos, a mitad de la cena, cuando enciendes tu obligado cigarro de las tres de la tarde, o a mitad del camino entre mis talones y las corvas de mis rodillas. Tengo incluso calibrados tus humores y estados de ánimo, prefiero esperar el momento justo, "ese momento" en que me ves como pensando "Sí, tal vez, tal vez podría ser", disfruto de una manera enferma que imagines la posibilidad, que la contemples por un par de segundos para después caerte encima con la realidad de lo que somos, con lo golfa que soy, con lo imbécil que eres.

A veces pienso que lo único que quiero es que me quieras, besarte como si fuera a pasar contigo lo que me resta de vida; y de repente te veo, y te digo todo aquello que yo sé que jala el gatillo, y en un instante te transformas, me obligas, me avientas contra la pared y maldices a las monjas del colegio que solo me enseñaron a hincarme para pedirte perdón. Toda mi genuina resistencia contra todas tus ganas de partirme por enmedio de las piernas, a ver si así aprendo, para que lo entienda de una vez. Me gustan las venas, de todos me gustan, especialmente las de los brazos, pero de ti corazón mio, la que me priva hasta el punto de sentir que me explota la nuca, es la que en tu frente parece reventar, dispararse como flecha hasta clavarse en la mia con el único propósito de que me veas sangrar.

No es que realmente disfrute verte gritar hasta las lágrimas, ni tu desesperación y tus nudillos rojos, ni el embriagante sentimiento de ahorasímecargólachingada. No corazón. Lo que realmente disfruto es mover tus hilitos, y que no te des por enterado; dejarte pensar que eres el malo del cuento, el hombre maldito, dejarte creer que el control es tuyo porque ni las manos meto, porque te crees mis honestos errores, porque no nos perdonas.

Sé exactamente lo qué hago, lo que digo, cómo, cuándo, dónde y porqué. Algunas mañanas me doy tanto asco, y tú me das tanta lástima, pero se me olvida cuando con una palabra logro que te odies por odiarme, que te des de topes porque eres igual de desgraciado que todos, teniendo a tu lado a una tan igual a las otras como yo.

La maga