viernes, 2 de abril de 2010

Renunciar a Jesús

A estas alturas ya todos ustedes saben que Yeshúa no es Dios, ¿verdad? Digo, si los primeros cristianos pudieron lidiar con eso durante 300 y pico de años (antes del primer Concilio de Nicea), ¿por qué nosotros, constructores de un mundo con Internet y mayoría musulmana, nos resistiríamos a aceptarlo? Con eso en mente, quiero compartirles una frase que me dijo un taxista hoy: "Cada vez que tengo un problema, me pregunto qué haría Jesús en mi lugar". ¡Eureka! Jesucristo como role model moral, y no como deidad. ¿Qué utilidad tendría para los miembros de una religión politeísta como el catolicismo apostólico y romano que Dios engendrara un hijo y que ese hijo fuera Dios y co-Dios a la vez? El arrianismo estaba bien, ¿por qué condenarlo? Total que a Jesús se le malinterpretó. Él sabía que no cumplía con las 33 profecías mesiánicas, sobre todo su vínculo sanguíneo con David, así que nunca se jactó de ser el Mesías (si acaso sólo lo sugirió, no sin ironía, mediante un famoso "Tú lo has dicho") ; pero pronto Mateo lo echó todo a perder con esa genealogía que dio origen a la palabra galimatías, y siglos después Constantino. Meros calzadores. Esta mañana, antes de toparme con el taxista antes mencionado, pensaba que si yo cambiara de religión me costaría mucho trabajo renunciar a Jesús. ¿Cómo cancelar a alguien que claramente resulta un ejemplo de vida positivo y congruente? No quisiera ser como esos constructores que desecharon la piedra angular (Mateo 21, 33-43). O, pensándolo bien, quizá sí debería. A final de cuentas, rechazar a Jesús es engrandecerlo. Así pues, rechazo a Jesús como Dios, como profeta y sobre todo como recipiendario de idolatría. Pero lo acepto como ideal de humano. Probablemente Jesús haría lo mismo.