viernes, 21 de diciembre de 2012

La época que nos tocó vivir

Me encantaría tener 20 años. Y no me refiero a las cosas que corregiría de cómo los viví allá por 2003-2004 (por ejemplo, aprovechar mejor el hecho de que pesaba 50 kilos y que podía ponerme lo que yo quisiera, no dejarme pisotear por los hombres, viajar más aunque fuera sola, hacerme un buen corte de pelo, convertirme en artista-visual-tomadora-de-pelo), sino a que me gustaría tener 20 ahorita, en 2012, ser estudiante y estar metida de verdad en lo de #YoSoy132.

Nunca he sido muy activista, pero tampoco he sido agachona. En la secundaria intentaba (infructuosamente) organizar a mis compañeritos para no dejarnos de las ocurrencias ultrapendejas de los maestros. Por ejemplo, la vez que en pleno mes de mayo, el más caluroso en la Ciudad de México, tuvieron la brillante idea de obligarnos a usar la chamarra de deportes durante todo el día, porque de otro modo ya no estábamos usando el "uniforme completo" (aunque debajo trajéramos la camisa reglamentaria y el chaleco reglamentario y el conformismo reglamentario). Nadie me secundó cuando le dije al subdirector-cara-de-guarura que su nueva regla era inhumana y que no tenía ningún sentido.

En la prepa intenté (infructuosamente) ser parte de la huelga del 99, pero era sólo para la clase dominante: los chairos que vivían en el sur, las chicas que vestían Inditex sin que se les notara y que nunca tenían frío y mucho menos celulitis. Y en la universidad se me rompió el corazón al darme cuenta de que la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales no era rijosa ni guerrillera ni contestataria: todos eran una bola de pazguatos y los de los "movimientos" nomás tenían ocupado un salón en el que hacían su agosto sacando copias (¡VIVA LA REVOLUCIÓN!). Me acuerdo, por ejemplo, que cuando fue el mitin en el Zócalo el día del desafuero de López Obrador, NADIE faltó a clases, y a mí casi me reprueban en no sé qué materia pendeja porque CÓMO que había faltado ese día, si TODOS habían ido. Allá con el Peje fuimos a lo mucho siete pelados, y yo la única de Comunicación.

No ayudó estar en la pinche FCPyS, pero siento que mi generación entera es muy pazguata. ¿Qué hicimos? ¿Votar por Fox? Pffff. ¿Y LUEGO POR CALDERÓN? ¿Cómo alguien menor de 80 años pudo votar por Calderón? Bueno, ¿y los demás? ¿Ir al plantón del Peje? Pues sí, me acuerdo bien de que había unas chicas muy guapas contestando con besos y sonrisas las mentadas de madre de los automovilistas babosos. Estuvo chido, pero eran como seis personas.

Hace rato me acordé de una teoría que tenía en los noventa: la pazguatez de mi generación se debía a Molotov. ¿PERO CÓMO? ¡Si cantan la del "Gimme the Power" y te conminan a que no te haga bobo Jacobo! Pues sí, por eso. Yo pensaba que al poner al alcance de todos una protesta light, la gente ya se sentía moralmente satisfecha, como que que ya estaban quejándose y diciendo lo que pensaban y rebelándose contra la opresión del gobierno y de los medios pero ponle a Telehit porque ya mero empieza El Calabozo.

¿O es mi imaginación? O sea, no creo que sea culpa de esos güeyes, así de Tito y Micky y Paco y Randy recibiendo dinero de Televisa y del gobierno y pensando "Muahahahahahaha, con nuestras letras distraeremos los ánimos contestatarios de las juventudes del nuevo milenio". Para nada, su música está chingona, además hablo de Molotov como momento mediático, porque también había otros grupos por el estilo y ocurrió lo que Cucamonga llama la "chidización" de la tele, cuando ya se podían decir groserías y el "güey" dejó de escandalizar a las mamás. Pero es que me acuerdo de la secundaria: mis compañeritos se sentían ULTRA MALOTES porque tenían el ¿Dónde jugarán las niñas? y lo amaban y se sabían las rolas y unos hasta las covereaban. Corte a: me meto a su Facebook y van a votar por el PRI. Noooo, ps así cómo, ¡me los hizo bobos Jacobo!

Dicen que la de ahorita es la "Generación Zoé", pero creo que justo porque en la música (que está bien feíta, la verdad) no viene nada "revolucionario", los "jóvenes", que tiene chorros de tiempo libre para manifestarse y quejarse y fumar mota bien a gusto, le buscan por otro lado. Y afortunadamente pasó lo de la Ibero y etcétera.

En una semana se estrena Gimme the Power, el rockumental de Olallo Rubio sobre Molotov. Nada de mi teoría aparece en la película, al contrario, los pone como parte de una ruptura en la que se abrió la libertad de expresión. Y, lo más importante, le tira bien cabrón al PRI. Está buena, vayan a verla, sobre todo si están en su crisis de los 30 y andan nostálgicos de los noventa. Pero luego vayan a alguna cosa de #YoSoy132 y comparen y diviértanse y por favor no se les olvide no votar por el PRI.


Tamara