viernes, 11 de enero de 2013

Odio tanto que...


Vivimos en un mundo donde las cosas dejaron de tener sentido, una sinrazón constante y delirante que ya asumimos porque no hay de otra. El otro día leí que antes los rateros lo hacían por pobreza y necesidad, ahora lo hacen porque es un negocio. Eso, perdónenme pero carece de lógica. Hay un perro que habla y ofrece servicios de internet y todos estamos tácitamente de acuerdo con que eso está bien. Uno ve Friends pero resulta que todos los personajes son más bien pareja. ¿Qué? Nada es congruente, nada es honesto, nada es humilde. Todo es rápido y la malinterpretación es canasta básica. En fin.