lunes, 25 de noviembre de 2013

Los ex

No lo dejé porque no supiera cómo hacerse el nudo de la corbata sino porque me presionó para casarnos. Yo tenía 22 años y sólo pensaba en la fiesta (como hasta ahora, realmente). ¿Cómo espantas a una chica como yo en tus primeros 3 meses no noviazgo? Háblale de los hijos que todavía no tienen, de la hacienda en la cual quieres vivir y todavía no tienen, háblale de las mascotas que quieres para los hijos, que, reitero, todavía no tienen. Así pueden comenzar muchas historias sobre cómo comenzar a hablar de tus ex, así comenzó la mía, ayer que estaba tratando de hacerle un nudo a una corbata. Después recordé. La verdad yo no entiendo esas burlas hacia los ex que tiende a hacer la gente, si se quejan tanto es porque escogieron a los peores. Personalmente, escogí a los mejores, por eso hablo tanto de ellos, esa es la verdad. Los ex pueden ser, por supuesto, nuestras puertas a mundos que ignorábamos. Por ejemplo, mi primera novia me introdujo a Charles Bukowsi, uno de mis escritores favoritos y de quien tuve gran influencia cuando comencé a publicar; después vino mi fascinación por el realismo sucio y la Generación Beat. También ignoraba lo que era una cita con un psicólogo, gracias a ella me introduje al maravilloso mundo del Psicoanálisis y la Gestalt. Y no, no tenía algún trastorno, sin embargo, mi búsqueda por un equilibrio emocional era tan recurrente que por mi propio pie decidí atenderme. Nunca he sido de tener círculos abiertos y dejar velitas prendidas con los ex, ni que México no estuviera sobrepoblado. Y si me he de admirar algo, es justamente eso. A veces, en la tertulia volteo y veo a mis amigas o a mis amigos hablar de sus ex y lo hacen con rabia, con indiferencia, sin admiración, sin respeto, simplemente hablan de ellos como si fuera una cama más a su disposición. Después tuve otra novia, estaba más involucrada con mi familia que conmigo, tuve que terminarla. ¿Cómo que mi padre la invitaba a desayunar y a mí no? Era risible. ¿Qué me dicen los celos? Cuando los infundamos o nos lo provocan. Javier. Ese hombre era una máquina de crear celos cuando lo que yo buscaba era una máquina de sexo. Una vez el hombre se inventó a tres amantes para que yo le prestara atención. Carajo, si sus padres no suplieron ese déficit en su infancia, juro que no fue mi culpa. Y después terminar hablando mal, sencillamente mal, si no puedes sacar a una persona llorando, ahí justo dentro de tus lágrimas, no esperes sacarla emborrachándote y expulsarla con alcohol cantando baladas o música norteña, no podrás hacerlo por una sola razón: porque lo quieres con la fuerza que se invoca al deseo. Los ex son esos demonios que nos encontramos en todas partes, hasta en la sopa. El punto está, creo yo, en dejarlos ir, proceso muchísimo más fuerte al de aprender a decir “adiós”, porque decir adiós puede ser, a veces, la forma más sublime de permanencia. Finalmente sucede que no, que nunca fuimos la una para la otra, pero nos dimos cuenta hasta el final. Sucede que fuimos todo en una cápsula de tiempo, pero la gente no entiende que el amor no comprende de estadías, que el amor no tiene que ser eterno para tener validez. Yo escogí a los mejores, a quienes cosecharon un terreno fértil que me llevaron a estar con quien estoy hoy. Sencillo.