sábado, 20 de febrero de 2016

Que asco de vida

Hoy, y desde siempre, me llamo Adán. Hace un tiempo conocí a una chica encantadora con la cual empecé a salir, llamada Eva. Ya os podéis imaginar la de coñas que nos hacen nuestros amigos.

Hoy, estoy de Erasmus en Polonia. Tengo una cuenta bancaria aquí y me la han cancelado. Nadie en la oficina es capaz de decirme en inglés la razón. No me queda ni un céntimo en efectivo.

Hace tiempo, en una charla con mi madre, salió el tema de que ella quería tener nietos, dado que siempre le han gustado los niños pequeños. Con la ilusión con la que lo dijo, me da muchísimo apuro decirle que yo no quiero tener hijos, ni míos ni de nadie. Lo siento, mamá.

Ayer, tras comer unas cuantas aceitunas aliñadas, noté que mi mano quedó con un olor similar al que queda luego de tocarle la entrepierna a una mujer. Hacía ya tanto tiempo que no tenía ese aroma en mis manos que he estado al menos media hora oliéndolas sin querer lavarlas.

Hace tiempo, me bajé del tren y estaba esperando en el paso a nivel a que saliera de la estación para cruzar la vía cuando un idiota se subió con la moto a la acera e hizo amago de embestirme. Instintivamente me aparté, justo cuando se movía el tren. Estuve a centímetros de que se me llevara por delante. El capullo de la moto no dejó de reírse.

La semana pasada, una compañera me dijo que se había fijado en que otro compañero se había estado poniendo la misma ropa durante toda la semana. Le dije que no era posible, que se habría fijado mal. Estamos a miércoles y esta semana lleva los tres días con el mismo chaleco, camisa y pantalón. Al menos no es la misma ropa que la otra pasada. ¡Bien Tomás! Un cambio por semana. Sigue así, fiera.

Hoy, he leído un artículo sobre siete perfiles de personas tóxicas de las que hay que alejarse. Cumplo con 4 de los perfiles yo solita.