jueves, 25 de enero de 2007

Animal social o sólo animal



Me dirigía a mi casa en el clásico transporte del pobre, es decir, el metro. Por fortuna el convoy no estaba totalmente lleno -cosa cada vez más difícil, ya que prefieren amontonar a las personas con tal de no subir precios y así decirse que ellos si están con los pobres.

Mi suerte mejoraba al lograr alcanzar un asiento. Cerré los ojos y pretendí ignorar lo que había a mi alrededor. Intentaba dormir para dejar de pensar en mis enfermedades que últimamente se han empeñado en joderme al mismo tiempo.

Al llegar a la siguiente estación un hombre se sentó en el único lugar que quedaba vació. Al lado de él quedó una chica como de 30 años. El hombre comenzó a platicar con ella, por lo menos eso intentó. Su dialogo era intrascendente, sólo hacia referencia a que estaba muy cansado por una larga jornada laboral a lo que ella respondía con monosílabos o simplemente sonriendo y asentando la cabeza.

La única intención del hombre era platicar -supongo que ya lo había intentado con otras personas, pero como la moda es que ahora todos escuchan su ipod o imitación del mismo, debió de haber fracaso en su intento. En cambio, la única intención de la chica fue cambiar de lado su bolso de mano. Fue muy sutil, casi ni lo noté.

Recordé a todas esas señoras que rápidamente agarraban sus hijos o sus bolsas cuando me veían venir de lejos. En aquella apoca lo justificaba porque tenía el cabello largo sin embargo, hoy sigue ocurriendo.

Deje de observar a esos individuos. No valían la pena. Sólo deseaba dormir cinco minutos. Posiblemente la chica haya llegado asustada a su casa ante la gran experiencia que vivió, es decir, alguien intentó platicar con un desconocido.

Ángel Caído.