miércoles, 31 de enero de 2007

Pones canciones tristes para sentirte mejor



Me han cuestionado sobre lo que haría si la volviese a ver. Nada fue mi respuesta. No hay nada ahí, creo pensar. Ella, se ha convertido en un ser humano mas y como el ser humano me resulta indiferente, entonces no hay mucho en que pensar. Aunque debo de reconocer que cuando la vi por primera vez me comporté como un recién nacido, es decir, indefenso y temeroso.
"Separarse de la especie por alguien superior, no es soberbia, es amor".

Para Itzel


I have a dream, strange it may seem
It was my perfect day

Open my eyes, I realise, it is my perfect day
I hope you'll never grow old
Do-do-do.Do-do-do.Do-do-do
Birds in the sky, they look so high
This is my perfect day

I feel the breeze, I feel at ease
It is my perfect day


Forever young, I hope you'll stay, forever young
Do-do-do.Do-do-do.Do-do-do

lunes, 29 de enero de 2007

MIGRACIÓN

No caminaría hacia Oaxaca,
tampoco a Veracruz,
es más ni siquiera saldría de la ciudad
y sin embargo saldría

Lo primero en que me ocupé fue
en marcharme de veras,
sin osar escabullirme entre
las letras de mi propio lenguaje
o de algún otro cualquiera,
guardando o aguardando
viciados e indirectos mensajes,

porque aun cuando aprendía de la espera
era necesario sacarla de la maleta
y partir sin ella …

Pensar en mi propio trayecto,
en mis leyendas…
dado que yo también germinaba
de la prehistoria, aquella que tan
vigente y sutil, suele depositar un poco de si
en lo más intimo del ser…

Puedo decir que no me sentía frágil,
mucho menos vulnerable…
sin embargo, si como un árbol sin hojas,
un mar sin olas o un invierno sin gris

Se que invariablemente cuando
de viajes se trata
algo siempre se ha de dejar.
En la marcha una cosa eche de ver,
y fue que supe que hasta mi salvajismo
se había quedo con él…


Josefa

domingo, 28 de enero de 2007

Nada



Le fui a quitar el hilo rojo que tenía sobre el hombro, como una culebrita. Sonrió y puso la mano para recogerlo de la mía. Muchas gracias, me dijo, muy amable, de dónde es usted. Y comenzamos una conversación entretenida, llena de vericuetos y anécdotas exóticas, porque los dos habíamos viajado y sufrido mucho. Me despedí al rato, prometiendo saludarle la próxima vez que le viera, y si se terciaba tomarnos un café mientras continuábamos charlando.

No sé qué me movió a volver la cabeza, tan sólo unos pasos más allá. Se estaba colocando de nuevo, cuidadosamente, el hilo rojo sobre el hombro, sin duda para intentar capturar otra víctima que llenara durante unos minutos el amplio pozo de su soledad.

FIN

Lena Pecam

sábado, 27 de enero de 2007

On Your Own

A pesar que Gorillaz resultó ser una banda agradable, se extraña a Blur en estos días de clima ingles.







Holy man tiptoed his way across the Ganges
The sound of magic music in his ears
Videoed by a bus load of tourists
Shiny shellsuits on, and drinking lemonade.

Now, I've got a funny feeling which I bought mail order
From a man in a tee-pee, California.
He said he once was the great game show performer
Then he blew all his money away,
Blew it all away.

So take me home, don't leave me alone
I'm not that good, but I'm not that bad
No psycho killer, hooligan gorilla
I dream to riot, oh you should try it
R. E. Perot, get gold card soul
My joy of life is on a roll
And we'll all be the same in the end
Cos then you're on your own
Then you're on your own

Well, we all go happy day glow in the disco
The sound of magic music in our brains
Someone stumbles to the bathroom with the horrors
Says Lord, give me time, for I've jumped into space
I'm in outer space.

So take me home, don't leave me alone
I'm not that good, but I'm not that bad
No psycho killer, hooligan gorilla
I dream to riot, oh you should try it
R. E. Perot, get gold card soul
My joy of life is on a roll
And we'll all be the same in the end
Cos then you're on your own
Then you're on your own
So take me home, don't leave me alone
I'm not that good, but I'm not that bad
No psycho killer, hooligan gorilla
I dream to riot, oh you should try it
R. E. Perot, get gold card soul
My joy of life is on a roll
And we'll all be the same in the end
Cos then you're on your own
Then you're on your own

jueves, 25 de enero de 2007

Las puertas del espacio

No escribo sobre aquello que pasa por mi cabeza.
Más bien escribo sobre aquello por lo que mi cabeza pasa.
Vivo solo, encerrado en mi cuerpo.
Yo soy mi universo y mi solo firmamento.
A veces desde afuera una corriente de aire entra
cuando se abre la puerta y un montón de cosas viene
a instalarse en mi mesa.
¡Cuánto desearía yo que como la puerta
mi cabeza pudiera abrirse siempre!
Pero, ay, esto ocurre sólo algunas veces.

Juan Calzadilla

Animal social o sólo animal



Me dirigía a mi casa en el clásico transporte del pobre, es decir, el metro. Por fortuna el convoy no estaba totalmente lleno -cosa cada vez más difícil, ya que prefieren amontonar a las personas con tal de no subir precios y así decirse que ellos si están con los pobres.

Mi suerte mejoraba al lograr alcanzar un asiento. Cerré los ojos y pretendí ignorar lo que había a mi alrededor. Intentaba dormir para dejar de pensar en mis enfermedades que últimamente se han empeñado en joderme al mismo tiempo.

Al llegar a la siguiente estación un hombre se sentó en el único lugar que quedaba vació. Al lado de él quedó una chica como de 30 años. El hombre comenzó a platicar con ella, por lo menos eso intentó. Su dialogo era intrascendente, sólo hacia referencia a que estaba muy cansado por una larga jornada laboral a lo que ella respondía con monosílabos o simplemente sonriendo y asentando la cabeza.

La única intención del hombre era platicar -supongo que ya lo había intentado con otras personas, pero como la moda es que ahora todos escuchan su ipod o imitación del mismo, debió de haber fracaso en su intento. En cambio, la única intención de la chica fue cambiar de lado su bolso de mano. Fue muy sutil, casi ni lo noté.

Recordé a todas esas señoras que rápidamente agarraban sus hijos o sus bolsas cuando me veían venir de lejos. En aquella apoca lo justificaba porque tenía el cabello largo sin embargo, hoy sigue ocurriendo.

Deje de observar a esos individuos. No valían la pena. Sólo deseaba dormir cinco minutos. Posiblemente la chica haya llegado asustada a su casa ante la gran experiencia que vivió, es decir, alguien intentó platicar con un desconocido.

Ángel Caído.

martes, 23 de enero de 2007

Sin experiencia al respecto

El furor por los mensajes SMS está haciendo millonarios a toda clase de charlatanes, cuenteros, doctores (o pretensos), mujeres buenotas, sexervidoras, estrellas de tele…infinidad.

Me encanta morirme de la risa con los comerciales que los anuncian: ‘Tu marido trabaja en una oficina de contabilidad…una mujer rubia te lo está sonsacando’ jajaja, y ese es de los decentes. Hoy en día nos atiborran de frases a enviar con la promesa de milagrosos resultados; estamos a nada de que nos anuncien algo como ‘¿quieres ver cómo me baño?’ sólo manda ‘estoy caliente’ al 32020 y por cada 100 mensajes me iré enjabonando una zona; manda ‘estoy más solo que un perro’ al 354646 y te enviaremos cada día una nuevo truco para masturbarte’; sólo manda ‘me encanta la peda’ al 93898 y diario recibirás mis consejos para una cruda libre de vómito’; envía ‘odio la vida’ al 32324 y recibirás de nuestro panel de psiquiatras la mejor técnica de suicidio; envía ‘ya me duele la mandíbula’ y recibirás más de 100 técnicas para hacer sexo oral sin dolor.

O envía ‘soy un ratero’ y recibirás la foto de todos tus colegas de San Lázaro; ‘soy un pendejo’ al 43443 y recibirás el manual de Miguel Ángel Cornejo con consejos para ser un pendejo excelente’; envía ‘quiero pasarme al otro lado’ y recibirás una foto de Schwarchenegger cazando ilegales como Terminator; envía ‘quiero tirarme a todas’ al 56342 y te mandaremos las memorias de Sergio Andrade desde el Cereso; y así nos iríamos con millones. De que es negocio, es negocio. Hay dietas, kamasutras, lectura de tarot, noticias importantísimas como cuántas novias tienen los futbolistas y actores de moda, cómo hacer amigos, consejos de sexo y por ahí también algunos más serios de periódicos y noticieros. Pero su consumo está a tope.

Elsy Reyes

lunes, 22 de enero de 2007

Convocatoria

No hace mucho de este texto


que mi cariño
no te irrite
como lo hacen mis letras
y cuando digo
te quiero
es porque
te quiero...
aunque no te parezca.


y cuando digo
te extraño...
te extraño
y te aguantas.


a lo mucho
puedes sonreir un poco,
en silencio
dentro de tu mundo personal
exilio interior
la casa del árbol.
ese lugar
donde cada noche
te preguntas
¿vivir dentro de mi
me hace feliz?


ser
como eres
es ser
todas las personas
en el mismo lugar
y al mismo tiempo
ser nada

permanecer en secreto
rompecabezas
de la humanidad
todos los ojos
del mundo
te miran
perplejos.


la gentete piensa
soberbio
y complejo
empero
el banderín
sobre tu cama
se lee distinto
enigmático
simple y sincero
y siempre
siempre

te quiero.

domingo, 21 de enero de 2007

Sábado de Gloria


Desde antes de despertarme, oí caer la lluvia. Primero pensé que serían las seis y cuarto de la mañana y debía ir a la oficina pero había dejado en casa de mi madre los zapatos de goma y tendría que meter papel de diario en los otros zapatos, los comunes, porque me pone fuera de mi sentir como la humedad me va enfriando los pies y los tobillos. Después creí que era domingo y me podía quedar un rato bajo las frazadas. Eso —la certeza del feriado— me proporciona siempre un placer infantil. Saber que puedo disponer del tiempo como si fuera libre, como si no tuviera que correr dos cuadras, cuatro de cada seis mañanas, para ganarle al reloj en que debo registrar mi llegada. Saber que puedo ponerme grave y pensar en temas importantes como la vida, la muerte, el fútbol y la guerra. Durante la semana no tengo tiempo. Cuando llego a la oficina me esperan cincuenta o sesenta asuntos a los que debo convertir en asientos contables, estamparles el sello de contabilizado en fecha y poner mis iniciales con tinta verde. A las doce tengo liquidados aproximadamente la mitad y corro cuatro cuadras para poder introducirme en la plataforma del ómnibus. Si no corro esas cuadras vengo colgado y me da nausea pasar tan cerca de los tranvías. En realidad no es nausea sino miedo, un miedo horroroso.


Eso no significa que piense en la muerte sino que me da asco imaginarme con la cabeza rota o despanzurrado en medio de doscientos preocupados curiosos que se empinaran para verme y contarlo todo, al día siguiente, mientras saborean el postre en el almuerzo familiar. Un almuerzo familiar semejante al que liquido en veinticinco minutos, completamente solo, porque Gloria se va media hora antes a la tienda y me deja todo listo en cuatro viandas sobre el primus a fuego lento, de manera que no tengo mas que lavarme las manos y tragar la sopa, la milanesa, la tortilla y la compota, echarle un vistazo al diario y lanzarme otra vez a la caza del ómnibus. Cuando llego a las dos, escrituro las veinte o treinta operaciones que quedaron pendientes y a eso de las cinco acudo con mi libreta al timbrazo puntual del vicepresidente que me dicta las cinco o seis cartas de rigor que debo entregar, antes de las siete, traducidas al ingles o al alemán.


Dos veces por semana, Gloria me espera a la salida para divertirnos en un cine donde ella llora copiosamente y yo estrujo el sombrero o mastico el programa. Los otros días ella va a ver a su madre y yo atiendo la contabilidad de dos panaderías, cuyos propietarios —dos gallegos y un mallorquín— ganan lo suficiente fabricando bizcochos con huevos podridos, pero mas aún regentando las amuebladas mas concurridas de la zona sur. De modo que cuando regreso a casa, ella esta durmiendo o —cuando volvemos juntos— cenamos y nos acostamos en seguida, cansados como animales. Muy pocas noches nos queda cuerda para el consumo conyugal, y así, sin leer un solo libro, sin comentar siquiera las discusiones entre mis compañeros o las brutalidades de su jefe, que se llama así mismo un pan de Dios y al que ellos denominan pan duro, sin decirnos a veces buenas noches, nos quedamos dormidos sin apagar la luz, porque ella quería leer el crimen y yo la página de deportes.


Los comentarios quedan para un sábado como este. (Porque en realidad era un sábado, el final de una siesta de sábado.) Yo me levanto a las tres y media y preparo el te con leche y lo traigo a la cama y ella se despierta entonces y pasa revista a la rutina semanal y pone al día mis calcetines antes de levantarse a las cinco menos cuarto para escuchar la hora del bolero. Sin embargo, este sábado no hubiera sido de comentarios, porque anoche después del cine me excedí en el elogio de Margaret Sullavan y ella sin titubear, se puso a pellizcarme y, como yo seguía inmutable, me agredió con algo mas temible y solapado como la descripción simpática de un compañero de la tienda, y es una trampa, claro, porque la actriz es una imagen y el tipo ese todo un baboso de carne y hueso. Por esa estupidez nos acostamos sin hablarnos y esperamos una media hora con la luz apagada, a ver si el otro iniciaba el tramite reconciliatorio. Yo no tenia inconveniente en ser el primero, como en tantas otras veces, pero el sueño empezó antes de que terminara el simulacro de odio y la paz fue postergada para hoy, para el espacio blanco de esta siesta.


Por eso, cuando vi que llovía, pense que era mejor, porque la inclemencia exterior reforzaría automáticamente nuestra intimidad y ninguno de los dos iba a ser tan idiota como para pasar de trompa y en silencio una tarde lluviosa de sábado que necesariamente deberíamos compartir en un departamento de dos habitaciones, donde la soledad virtualmente no existe y todo se reduce a vivir frente a frente. Ella se despertó con quejidos, pero yo no pense nada malo. Siempre se queja al despertarse.


Pero cuando se despertó del todo e investigue en su rostro, la note verdaderamente mal, con el sufrimiento patente en las ojeras. No me acordé entonces de que no nos hablábamos y le pregunté que le pasaba. Le dolía en el costado. Le dolía muy fuerte y estaba asustada.


Le dije que iba a llamar a la doctora y ella dijo que si, que la llamara en seguida. Trataba de sonreír pero tenia los ojos tan hundidos, que yo vacilaba entre quedarme con ella o ir a hablar por teléfono. Después pense que si no iba se asustaría mas y entonces baje y llame a la doctora.


El tipo que atendió dijo que no estaba en casa. No se por que se me ocurrió que mentía y le dije que no era cierto, porque yo la había visto entrar. Entonces me dijo que esperara un instante y al cabo de cinco minutos volvía al aparato e inventó que yo tenia suerte, porque en este momento había llegado. Le dije mire que bien y le hice anotar la dirección y la urgencia.


Cuando regrese, Gloria estaba mareada y aquello le dolía mucho mas. Yo no sabia que hacer. Le puse una bolsa de agua caliente y después una bolsa de hielo. Nada la calmaba y le dí una aspirina. A las seis la doctora no había llegado y yo estaba demasiado nervioso como para poder alentar a nadie. Le conté tres o cuatro anécdotas que querían ser alegres, pero cuando ella sonreía con una mueca me daba bastante rabia porque comprendía que no quería desanimarme. Tome un vaso de leche y nada mas, porque sentía una bola en el estomago. A las seis y media vino al fin la doctora. Es una vaca enorme, demasiado grande para nuestro departamento. Tuvo dos o tres risitas estimulantes y después se puso a apretarle la barriga. Le clavaba los dedos y luego soltaba de golpe. Gloria se mordía los labios y decía si, que ahí le dolía, y allí un poco mas, y allá mas aun. Siempre le dolía mas.


La vaca aquella seguía clavándole los dedos y soltando de golpe. Cuando se enderezo tenia ojos de susto ella también y pidió alcohol para desinfectarse. En el corredor me dijo que era peritonitis y que había que operar de inmediato. Le confesé que estabamos en una mutualista y ella me aseguro que iba a hablar con el cirujano.


Bajé con ella y telefoneé a la parada de taxis y a la madre. Subí por la escalera porque en el sexto piso habían dejado abierto el ascensor. Gloria estaba hecha un ovillo y, aunque tenía los ojos secos, yo sabía que lloraba. Hice que se pusiera mi sobretodo y mi bufanda y eso me trajo el recuerdo de un domingo en que se vistió de pantalones y campera, y nos reíamos de su trasero saliente, de sus caderas poco masculinas.


Pero ahora ella con mi ropa era sólo una parodia de esa tarde y había que irse en seguida y no pensar. Cuando salíamos llego su madre y dijo pobrecita y abrígate por Dios. Entonces ella pareció comprender que había que ser fuerte y se resigno a esa fortaleza. En el taxi hizo unas cuantas bromas sobre la licencia obligada que le darían en la tienda y que yo no iba a tener calcetines para el lunes y, como la madre era virtualmente un manantial, ella le dijo si se creía que esto era un episodio de radio. Yo sabía que cada vez le dolía mas fuerte y ella sabía que yo sabía y se apretaba contra mi.


Cuando la bajamos en el sanatorio no tuvo mas remedio que quejarse. La dejamos en una salita y al rato vino el cirujano. Era un tipo alto, de mirada distraída y bondadosa. Llevaba el guardapolvo desabrochado y bastante sucio. Ordeno que saliéramos y cerró la puerta. La madre se sentó en una silla baja y lloraba cada vez mas. Yo me puse a mirar la calle; ahora no llovía. Ni siquiera tenía el consuelo de fumar. Ya en la época de liceo era el único entre treinta y ocho que no había probado nunca un cigarrillo. Fue en la época de liceo que conocí a Gloria y ella tenía trenzas negras y no podía pasar cosmografía. Había dos modos de trabar relación con ella. O enseñarle cosmografía o aprenderla juntos. Lo ultimo era lo apropiado y, claro, ambos la aprendimos.


Entonces salió el medico y me preguntó si yo era el hermano o el marido. Yo dije que el marido y el tosió como un asmático. “No es peritonitis”, dijo, “la doctora esa es una burra”. “Ah”, “Es otra cosa. Mañana lo sabremos mejor.” Mañana. Es decir que. “Lo sabremos mejor si pasa esta noche. Si la operábamos, se acaba. Es bastante grave pero si pasa hoy, creo que se salva”. Le agradecí —no se que le agradecí— y el agregó: “La reglamentación no lo permite, pero esta noche puede acompañarla.”


Primero paso una enfermera con mi sobretodo y mi bufanda. Después paso ella en una camilla, con los ojos cerrados, inconsciente.


A las ocho pude entrar en la salita individual donde habían puesto a Gloria. Además de la cama había una silla y una mesa. Me senté a horcajadas sobre la silla y apoyé los codos en el respaldo. Sentía un dolor nervioso en los párpados, como si tuviera los ojos excesivamente abiertos. No podía dejar de mirarla. La sabana continuaba en la palidez de su rostro y la frente estaba brillante, cerosa. Era una delicia sentirla respirar, aun así con los ojos cerrados. Me hacia la ilusión de que no me hablaba sólo porque a mi me gustaba Margaret Sullavan, de que yo no le hablaba porque su compañero esa simpático. Pero, en el fondo, yo sabía la verdad y me sentía como en el aire, como si este insomnio fuera una lamentable irrealidad que me exigía esta tensión momentánea, una tensión que de un momento a otro iba a terminar.


Cada eternidad sonaba a lo lejos un reloj y había transcurrido solamente una hora. Una vez me levante y salí al corredor y camine unos pasos. Me salió un tipo al encuentro, mordiendo un cigarrillo y preguntándome con un rostro gesticuloso y radiante “Así que usted también esta de espera?” Le dije que si, que también esperaba. “Es el primero”, agrego, “parece que da trabajo”. Entonces sentí que me aflojaba y entre otra vez en la salita a sentarme a horcajadas en la silla. Empece a contar las baldosas y a jugar juegos de superstición, haciéndome trampas. Calculaba a ojo el numero de baldosas que había en una hilera y luego me decía que si era impar se salvaba. Y era impar. También se salvaba si sonaban las campanadas del reloj antes de que contara diez. Y el reloj sonaba al contar cinco o seis. De pronto me hallé pensando: “Si pasa de hoy...” y me entró el pánico. Era preciso asegurar el futuro, imaginarlo a todo trance. Era preciso fabricar un futuro para arrancarla de esta muerte en cierne. Y me puse a pensar que en la licencia anual iríamos a Floresta, que el domingo próximo —porque era necesario crear un futuro bien cercano— iríamos a cenar con mi hermano y su mujer y nos reiríamos con ellos del susto de mi suegra, que yo haría publica mi ruptura formal con Margaret Sullavan, que Gloria y yo tendríamos un hijo, dos hijos, cuatro hijos y cada vez yo me pondría a esperar impaciente en el corredor.


Entonces entró una enfermera y me hizo salir para darle una inyección. Después volví y seguí formulando ese futuro fácil, transparente. Pero ella sacudió la cabeza, murmuró algo y nada mas. Entonces todo el presente era ella luchando por vivir, sólo ella y yo y la amenaza de la muerte, sólo yo pendiente de las aletas de su nariz que benditamente se abrían y se cerraban, sólo esta salita y el reloj sonando.


Entonces extraje la libreta y empecé a escribir esto, para leérselo a ella cuando estuviéramos otra vez en casa, para leérmelo a mi cuando estuviéramos otra vez en casa. Otra vez en casa. Que bien sonaba. Y sin embargo parecía lejano, tan lejano como la primera mujer cuando uno tiene once años, como el reumatismo cuando uno tiene veinte, como la muerte cuando sólo era ayer. De pronto me distraje y pensé en los partidos de hoy, en si los habrían suspendido por la lluvia, en el juez inglés que debutaba en el Estadio, en los asientos contables que escrituré esta mañana. Pero cuando ella volvió a penetrar por mis ojos, con la frente brillante y cerosa, con la boca seca masticando su fiebre, me sentí profundamente ajeno en ese sábado que habría sido el mío.


Eran las once y media y me acordé de Dios, de mi antigua esperanza de que acaso existiera. No quise rezar, por estricta honradez. Se reza ante aquello en que se cree verdaderamente. Yo no puedo creer verdaderamente en el. Sólo tengo la esperanza de que exista. Después me di cuenta de que yo no rezaba solo para ver si mi honradez lo conmovía. Y entonces recé. Una oración aplastante, llena de escrúpulos, brutal, una oración como para que no quedasen dudas de que yo no quería no podía adularlo, una oración a mano armada. Escuchaba mi propio balbuceo mental, pero escuchaba sólo la respiración de Gloria, difícil, afanosa. Otra eternidad y sonaron las doce. Si pasa de hoy. Y había pasado. Definitivamente había pasado y seguía respirando y me dormí. No soñé nada.


Alguien me sacudió el brazo y eran las cuatro y diez. Ella no estaba. Entonces el médico entró y le preguntó a la enfermera si me lo había dicho. Yo grite que sí, que me lo había dicho —aunque no era cierto— y que el era un animal, un bruto más bruto aún que la doctora, porque había dicho que si pasaba de hoy, y sin embargo. Le grité, creo que hasta lo escupí frenético, y él me miraba bondadoso, odiosamente comprensivo, y yo sabía que no tenía razón, porque el culpable era yo por haberme dormido, por haberla dejado sin mi única mirada, sin su futuro imaginado por mí, sin mi oración hiriente, castigada.


Y entonces pedí que me dijeran en donde podía verla. Me sostenía una insulsa curiosidad por verla desaparecer, llevándose consigo todos mis hijos, todos mis feriados, toda mi apática ternura hacia Dios.


Mario Benedetti

Día vomitivo

Tenía más de 10 años que no vomitaba. Había olvidado lo desagradable que es esa sensación, a pesar de considerar agradable la imagen del ser humano hincado ante una letrina, de las mejores formas de ver la humillación humana.

Regresé a mi cama e intenté dormir con un dolor en todo mi cuerpo. Recordé a aquellas personas que vomitaban bajo argumentos estéticos. Su moral debe ser tan baja como para soportar una sensación tan desagradable.

Hice un esfuerzo adicional para intentar dormir, no podía hacer otra cosa y mucho menos pensar en esas personas con capacidades diferentes cuando mi cuerpo se dedicaba a castigarme. Cerré los ojos y deje de pensar en ella.

Ángel Caído

jueves, 18 de enero de 2007

Nada


Nuevamente me he quedado vacio de ideas. Suele ocurrir a mediados de mes. Me tendré que conformar con tener algunos lindos recuerdos y hacer otra cosa en la red. Lamentablemente ya son más de 15 años esperando que la inspiración regrese. Da igual.

lunes, 15 de enero de 2007

En mis días

Cuando una mujer dice que está en sus días es que inegablemente ha llegado Andrés, el que llega cada mes. Para mi los días previos son fatales. Me pongo de mal humor, pienso en pendejadas, me deprimo, todo me ofende, etc. El día antes del descongelamiento del bisté es de malestar absoluto, me siento inflamada y fea. Nada me queda, nada me gusta. No encuentro peinado, maquillaje, ni ropa que me haga sentir cómoda.

Para colmo de males hay que montarse en el caballo que por muy delgado que sea es incómodo. Ya se me quitó la obsesión de mirarme el trasero para ver si se nota o no. La onda son los tampones, no batallas y como dice el comercial, no se siente nada. El problema se torna grave si por alguna razón no traes repuestos pero gracias a la solidaridad femenina, y que seguramente habrá 50 mujeres más que están en su periodo, puedes pedir "prestado" aunque no es conveniente regresarlo usado. Ni que fueran Drácula para hacerse un té.

No importa si eres Scarlett, Angelina o Britney a todas les llega mensualmente. Tengo muchas compañeras que en verdad suele ser un calvario, tanto que les dan dolores de espalda y cólicos insufribles que apagan con dolacs, buscapinas o un cocktelito de analgésicos. No salen de sus casas y evitan cualquier compromiso social. Un cólico es como si te agarraran los ovarios con mucho odio, te los jalaran y les dieran choques eléctricos. No creo que sea parecido a una patada en los huevos.

El ataque de las hormonas puede ser impredecible. Pasado el cuarto día yo me pongo bien ganosa. Tanto que desgloso meticulosamente la anatomía masculina. Todos los sitios te parecen propicios para el apareo. Cuando se quita la marea roja todo regresa a la normalidad hasta el próximo periodo. Así que cuando una mujer está en sus días o no, apapáchenla, díganle lo bonita que se ve y cuanto la quieren pero sobretodo no olviden un rico abrazo.

Güerotix

sábado, 13 de enero de 2007

Recordando



Enero resulta ser un mes con muchos cumpleaños de conocidos. Con el fin de no hacer distinciones mejor los felicito con algo que los identifique.


Felicidades Isabel, Naybi, Mara, Martha, Sofia.

miércoles, 10 de enero de 2007

Atlantis (Diálogos de lavadero III-08/04/05)



¿Qué es lo que vamos a ver a un museo?

¿Qué es lo que nos detiene a contemplar un objeto por unos instantes? Aunque a temprana edad me habían dicho que la simetría era la causante de que un objeto fuera agradable a la vista, poco puedo creer al respecto. La mayoría de los museos que he visitado es porque algún elemento externo me ha obligado a ir. Desde maestros que no tienen idea de lo cansado que resulta para un infante la visita a un museo, hasta las chicas que con su afán de querer impresionar sugieren la necesidad de visitar un museo.

Hoy en día, ante la posibilidad de ir a donde me de la gana, he logrado recorrer algún museo por el simple deseo de hacerlo, es entonces cuando disfruto más del lugar, ya que no tengo que toparme con una infinidad de individuos que se ven obligados a asistir por simple recomendación u obligación.

Es notorio que los museos están cada vez más vacíos, no por falta de obras o incapacidad de talento, simplemente no existe el elemento atrayente capaz de hacer voltear y capturar al chico que lleva su playera americanista o a la joven que intenta leer su TV y novelas.

La cultura se dirige al olvido, todos tienen algo que decir y expresar, pero nadie tiene tiempo de escucharlos, nadie se brinda un momento para hablar, sentir, escuchar u observar. Sin embargo me llena de gracia como infinidad de personas van contemplando su celular, aprietan uno y otro botón, esperando un nuevo mensaje, una llamada especial o algo que los entretenga, total la mugrosa maquinita les exprime tanto dinero que desean sacarle el mejor provecho posible.

En ocasiones he intentado tratar de entender a esas parejas que en su clímax, interrumpen su plática para que ambos, juntos, unidos, vean el celular de uno de ellos con el fin de empezar a disfrutar el momento. La sincronía es perfecta, uno sostiene el celular y aprieta sus teclas mientras que el otro lo observa maravillado. Posiblemente se pregunten sobre el funcionamiento del aparato y la complejidad de las telecomunicaciones y no estén intentando poner la canción de Rebelde como sonido predeterminado, como la mayoría de las veces lo he pensado.

Afortunadamente nuestras autoridades han decidido darnos cada vez más opciones de cultura y expresión artística, de tal manera que prácticamente ya casi todas las estaciones del metro[1] tienen pequeños vitrales en donde uno puede disfrutar de diversas exposiciones. Debo de reconocer que este hecho no es nuevo, pero si me ha sorprendido la cantidad de gente que se detiene a observar estas exposiciones.

Sin embargo, nunca había visto tanta gente concentrada en un lugar como en la pequeña exposición del metro Guerrero. Con ya un mes de duración, no hay día, ni hora, en que un gran número de gente se detenga a observar lo allí presentado. Me atrevo a confesar que después de la exposición Faraón, esta es la más concurrida. El tema "El Luchador Atlantis y su trayectoria", uno puede ver carteles, mascaras y la ropa original que usa nuestro héroe y por si fuera poco el pasado 19 de julio el mismísimo luchador se presentó en el metro para beneplácito de sus seguidores (ya no puedo esperar a que hagan una exposición de Memin).

Así que ya lo saben, si aun no han visto la mascara de Atlantis de cerca o nunca se han subido al metro por asco aun están a tiempo y no dejen de invitar a parientes.


¡Salud!
Angel Caido

ADVERTENCIA: Enfrente de esta exposición hay otra sobre música, esa nadie la pela, no se acerquen, no querrán hacer el ridículo.

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[1] Y Dios quiera que próximamente también en el Metrobus.

martes, 9 de enero de 2007

“...el amor es un viaje, no un destino…”


…cuantas palabras no hay en mi boca
para hablar de su presencia testaruda
y narrar los días añejos e indecentes
que se estampan tras una puesta de sol
sobre desgastados pavimentos…

palabras que no hay en mi boca…
haciéndome permanecer
ávida para encontrar significados
que irrumpan las quebradizas
y uniformes estructuras
en su eterno rondín de los amaneceres
cotidianos…

palabras que no habrá en mi boca…
y no obstante, sí entes vacilantes de mi puño
o de algún recóndito lugar profano
atravesando la paralizante ciudad para hallarle

sonámbula respirar entre líneas
la olorosa noche de pálidas estrellas
haciendo un recuento y buscar algo de ultratumba
que me permita ser fantasma navegante
y de alguna manera poder mecer
con mi cuerpo y el suyo el vacío
en el que no hacen falta palabras que no hay

Josefa
Febrero 12, 05

domingo, 7 de enero de 2007

Disculpa los malos pensamientos




Creer es innecesario.
Creemos una cosa ahora y otra después más tarde.
No creo lo que ella me dice
ahora ni después en ese texto.

jueves, 4 de enero de 2007

sic


Tengo la impresión de que la nostalgia ha entrado en mi ser. Muy mal porque ya se acabó el periodo en que todos reflexionan y se ponen tristes.

También me causa extrañeza que me de cuenta de que me siento nostálgico, pensaba que ya me había acostumbrado, en fin.

Me dedicaré a escuchar y sufrir por algunas horas.

miércoles, 3 de enero de 2007

Nuevo Año (Diálogos de lavadero II)



Hasta el momento no me he topado con nada que pueda ser interpretado como nuevo.
Aunque los mensajitos se han terminado en mi correo tales como:

· Quiero regalarte algo muy especial, pero tengo un problema…. ¿Sabes como se envuelve un beso y un abrazo? Feliz 2007

· Si estas fiestas ves a un señor vestido de rojo bajando por tu chimenea y te mete en un saco, no te asustes, este año he pedido que mi regalo seas tú

· Que la lluvia de la Felicidad te pille con el paraguas roto. Te empape y salpique a todos los que están a tu alrededor. Feliz Navidad!!

Aunque una de las mejores formas de festejar tenía que haber sido de esta forma. La realidad es que año nuevo sólo le da un pretexto a la gente tonta para hacer cosas estúpidas. Como la luna llena. Como el alcohol. Yo soy una de esas personas tontas, que siempre le busca explicación, motivo y razón a todo. "Seguro hizo esto por esto y esto otro". "Debe estar haciendo esto en este momento". Fuck. Y con ello "si yo hubiera hecho esto o aquello...", y entonces, un mundo alternativo se cosecha en mi cabeza, con todas las posibilidades que pudieron haber sido: "si le hubiera dicho esto...", "si hubiera sido distinto lo otro...", "si pudiera regresar el tiempo a ese preciso instante"...... y me llevan a las verdades que nunca fueron:"...ella me hubiera dicho que todavía me quiere", "...ahora estaríamos juntos, y tal vez estaría feliz", "...le hubiera dicho que la quería y que no la iba a dejar ir".

¿Tendrá María Daniela infinita sabiduría cuando canta "el hubiera no existe, las apariencias engañan"? Es año nuevo. Mi cabeza piensa por sí sola: es tiempo de hacer cosas estúpidas o por lo menos gritar.