El espíritu humano está moldeado de tal manera, que aprehende mucho mejor lo ficticio que lo verdadero. Si alguien solicita una prueba manifiesta y obvia de tal cosa, acuda a la hora del sermón en una iglesia y verá que si se está hablando de algo serio, todos dormitan, bostezan y se asquean; en cambio, si el vociferador comienza, según hacen con frecuencia, a explicar alguna historieta asnal, se despabilan todos, prestan atención y escuchan con la boca abierta.
Erasmo de Rotterdam
Elogio a la Locura
Capítulo XLV