martes, 2 de febrero de 2010

Niño de la calle

Hace un par de semanas me encontré con una linda experiencia. Resulta que en el metro se subió el clásico chico de la calle a pedir dinero, todo normal hasta que le entregué algo de dinero y entonces el chavo que no pasaba de los 12 años me dio un abrazo.

Verdaderamente me conmovió su acción por lo que le devolví el abrazo. Al chavo y su acción lo sentí tan sincero, tan lleno de calor y con una gran diferencia a los tantos abrazos que uno recibió en diciembre bajo el argumento de las fiestas navideñas, nada de eso estaba involucrado aquí, eran simplemente ganas.

En lo personal, desde hace 10 años sólo le doy dinero a los chicos de la calle, a ellos les va peor en la vida y encima son los apestados cuando se suben al metro. Me enferma ver como la gente decide darle más seguido a la persona que se sube a cantar, al payasito, a recitar, etc., pero a los chavos de la calle que en ocasiones se acuestan en vidrios y traen la espalda destrozada deciden no darles algo de dinero.

Pero me enferman más esos que se oponen a la adopción de niños (no me importan sus preferencias sexuales si lo que desean es darle cariño a un niño) y a los legisladores que ya han aprobado darle cárcel a la chica que sea sorprendida abortando de manera clandestina, pero a la hora de ayudar a niños abandonados, ahí esconden su cabeza, ojalá exista el infierno para que terminen en ese lugar.

Ángel Caído