viernes, 14 de mayo de 2010

Envejecer

Me doy cuenta de un fenómeno laboral, el envejecimiento. Aunque en la primaria o la universidad hayas pasado muchos años cuando trabajas y cumples algunos años, seis y medio en mi caso, uno puede presenciar la metamorfosis de los compañeros de trabajo, y la propia.

La primera vez que tuve esta reflexión fue con respecto a una conocida de trabajo súper cachonda que conocí antes de entrar a trabajar aquí, la conocí en una fiesta donde ella se encerró con dos estripers que puedo asegurar le movieron el tapete y mucho más adentro. Ahora, casada y con hijos, camina con la cabeza baja y de aquella estampa de la mujer que sacó unos billetes para encerrarse con dos hombres nada más queda el recuerdo. El trabajo, el matrimonio y la vida ya la cambiaron y aparentemente no hay regreso.

Ese fue el caso extremo, pero a nivel físico uno voltear a ver a las mujeres que llamaban la atención hace unos años y ya no tienen las cosas cómo y dónde las tenían hace unos años. Ya sé que pensarán: “este mamón no se ha visto en un espejo”, desde luego, ahora tengo yo 10 kilos más. De ánimo muchos amigos y conocidos se han amargado, han madurado, se ha reventado, todos han cambiado. Tal vez a los amigos uno no les nota el cambio debido al contacto pero el que veamos pasar a Chuchita la de contabilidad y notemos que el pantalón no le queda como antes eso es una diferencia.

Tal vez en la universidad no es tan notable, lo físico por la edad y en lo emocional cómo todos estamos en el cambio pues no lo notamos.
La tarea de hoy es detenerme aunque sea 2 minutos a pensar como he cambiado. En lo físico, fácil la talla del pantalón, de 29 a 32.