lunes, 9 de enero de 2012

Sobre la modernidad


Los avances tecnológicos de los últimos cinco años superan a los conseguidos durante toda la edad media. La culpa es del cristianismo. Por suerte hoy en día creer en dios es una cuestión más bien cursi. De todas maneras yo no me siento tan a gusto con estos avances, veloces como estornudo. Yo veo que todo mundo está muy contento con las redes sociales y sus teléfonos con licuadora y sus cámaras digitales que detectan sonrisas. A lo bonito se acostumbra uno fácil.

Por mi parte, comienzo a sentir nostalgia por cosas que ocurrieron prácticamente ayer. Me estoy acordando cuando era peligroso dejar el teléfono celular en la mesa porque los meseros se lo podían robar. Hoy en día los meseros usan un mejor teléfono que el mío. También me estaba acordando de esa ilusión fantástica llamada “se cayó el sistema”… uno andaba por ahí haciendo llamadas sin tiempo aire esperanzado de que entraran por arte de magia.

No hay conclusión esta vez. Bueno sí: yo creo que en noventa años cuando el siglo XXI posea algo llamado “inicios de siglo XXI” nos daremos cuenta de que los avances estrepitosos que hoy en día nos impresionan no serán relevantes y, en cambio, se incluirán en una fase llamada algo así como: la era de la pendejez. La era en que los hombres dejaron de mirar hacia el cielo.

NEB