jueves, 21 de diciembre de 2006

ENTRE CANÍBALES…



Una mañana me provoco morderle…
sin embargo, aunque el deseo imperioso de tenerle
no fue por devorar su cuerpo en trozos, y con ello sentirme
como una inadaptada caníbal en un mundo
hecho de embutidos y carnes bien refrigeradas

Tampoco fue para inflingirle dolor,
ya que en muchas ocasiones a mi misma este
me ha atormentado…
y pese a que sé, el dolor en pequeñas dosis,
y solo en contadas sobredosis, sea
también un goce…

muchas veces él preguntaba el motivo
a lo cual argumentaba a favor del placer,
aunque nunca he negado este,
no fue la exclusiva excusa

En ocasiones un sentir me agolpaba,
mirándole como caballero errante andar
llegue a percibir que en cada disperso suspiro
se escapaba de la tierra y de él, por lo tanto
también de mi…

Esto es irónico, por que en la ironía de la vida
yo era la que me escabullía detrás de los espejos
o en las cortinas,
entre las sabanas y el medio día,
muchas veces me negué al olvido, aun ahora
que no dejo de ejercitar como girar
rápidamente en la más próxima esquina

Entierro mis dientes en su piel
para saber que siente, y de quien es la carne
que con la cual lentamente me consumo,
en esas pequeñas dosis que me acercan
al vértigo de mil exclamaciones

Para saber donde inicia su ropaje y donde termina
el mío… (o donde inicia el mío y termina el de él)

Para extasiarme con la extensión más grande de sus
y de mis renuentes sensaciones…

Para percatarme que esta aquí, y no
colgado de la luna, o del amor
y dejar por descartado que usa a una o a otro
para poder permanecer,
aun con sus alas de ángel
de quebrantos y carne,
terso como el vidrio, mortal como centauro
insulso esquizofrénico.
convaleciente de fantasmas,
vacío de ilusiones,
ángel que cae…

y por fin de cuentas se entere
que el amor solo es un pasajero personaje
que inesperadamente llega, y así
de inesperadamente se va…
porque la eternidad en los mortales
es lo momentáneo…


Josefa
Diciembre 2006