La amistad entre un hombre y una mujer o bueno, entre dos seres que pueden atraerse, suele ser un arma de doble filo. Las hormonas y el trato diario, todos esos momentos juntos, las largas charlas, la sensación de complicidad, las carcajadas, las confesiones, los duelos compartidos con su respectivo consuelo...suelen sacarnos de balance y un día afortunado o desafortunado, nos gana la risa y terminamos en la cama con ese mejor amigo. El que escuchó nuestros secretos y se involucró tanto en nuestros 'enjuagues' que perdió todo carácter sexual...hasta ese momento.
Es una especie de reivindicación del 'Nice Guy', o de la amiga que siempre estuvo ahí pero que entre tanta confianza dejaste de notar que tenía chichis (y que de hecho las tenía muy buenas).
Tal vez nunca antes hubo una mísera muestra de atracción por ninguna de las partes y de la nada un día están frente a frente y se arma la de San Quintín en el colchón. Puede ser también que uno de los dos siempre sintió algo pero no se atrevía a decirlo para no fastidiar la amistad tan chida. Otros entre juego y juego un día terminan aventándose unos buenos besos sabiendo que siempre desearon eso pero ninguno se animaba a admitirlo.
La cosa es que uno despierta al otro día o lo ve unas horas más tarde y siente ese hueco en el esófago pensando cómo reaccionar. ¿Hacerte guey y pretender que nada pasó?, Decirle '¿fue de desmadre?, ¿verdad?' . O dejar pasar un tiempo considerable sin verse. Empieza el tormento mental ¿qué siento? ¿Estoy clavado(a)? ¿Lo está él (ella)? ¿Neta me gustó? ¿Ya la cagamos? ¿? ¿Por cierto, ¿traía las piernas depiladas? o ¿Fui bueno(a) en la acción?
La cosa es que con tantos sentimientos fraternales y la cosquilla calenturienta uno se confunde peor que cuando se enamoró de un profesor, del ligue de tu mejor amigo(a) o de cualquiera en la lista del 'No debes'.
Cuando viene la hora de la verdad, no hay escape. Tarde o temprano tendrán que hablar y tomar la decisión. Ha habido muchos corazones rotos después pero también muchas historias de amor consumadas.
Entre el Sr. Elsy y yo, justo así empezaron las cosas. Él era el cuate del alma con el que pasaba horas muerta de risa, comprendida, atendida, escuchada y yo decía 'ta' bueno pero yo ya estoy comprometida' y él andaba envuelto en ciertos romances. Un día, yo platicaba sobre mi próxima boda. Estábamos echando unos tragos juntos. Yo llevaba media hora continua de verborrea. Me interrumpió a media frase y me dijo 'Guey cállate, tú te vas a casar conmigo'. Y me cagué de risa pero las palabras se me quedaron dando vueltas por días en la cabeza. Lo demás es historia: una noche nos ganó la risa y hoy vivimos juntos.
Elsy Reyes.